Descubre cómo optimizar la seguridad con un Application Firewall en entornos de microservicios y contenedores, protegiendo APIs y servicios internos.
En el panorama actual de la ciberseguridad, asegurar nuestra infraestructura no es tarea fácil. Las aplicaciones ya no son monolitos gigantes inmanejables, sino conjuntos de servicios pequeños, dinámicos y en constante evolución. Este cambio trae nuevas ventajas y, como todo en la vida, también nuevos desafíos.
Uno de los componentes clave para proteger estos entornos es el Application Firewall (AF). Sin embargo, configurar un AF en una arquitectura de microservicios y contenedores no es lo mismo que hacerlo en una aplicación monolítica tradicional. A lo largo de este artículo, compartiremos las mejores prácticas para que tu AF sea como un cerrojo bien calibrado: firme, seguro y adaptable a los vaivenes de los microservicios.
El uso de contenedores y la arquitectura de microservicios se ha disparado en la última década. ¿Por qué? Porque permiten desarrollar y desplegar aplicaciones de manera más rápida y escalable. En lugar de tener un sistema monolítico, enorme y a veces engorroso, se divide la funcionalidad en pequeños servicios independientes (o “microservicios”).
En entornos hispanohablantes, esta tendencia no es menor: startups de países como España, México, Colombia o Argentina han adoptado contenedores y microservicios para mejorar la eficiencia de sus aplicaciones y llegar más rápido al mercado. Con todo este dinamismo, la seguridad debe formar parte del ADN de la arquitectura, y allí entra nuestro protagonista, el Application Firewall.
Aunque parezca que los contenedores funcionan como pequeñas cajas fuertes aisladas, la realidad es que, mal configurados o sin protección adicional, pueden tener vulnerabilidades. Las comunicaciones entre microservicios, la exposición de las APIs y la infraestructura de red son puntos críticos para la seguridad. Por eso es vital entender cómo encaja la protección de un AF en este ecosistema.
Un AF actúa como el guardia en la puerta de entrada (y a veces de salida). Su tarea principal consiste en analizar el tráfico que entra (y a veces sale) de tus servicios y decidir si permitirlo o bloquearlo, basándose en reglas que tú configuras.
A diferencia de soluciones tradicionales, un AF puede realizar inspección de paquetes a nivel de aplicación, identificar patrones maliciosos y permitir configuraciones específicas para cada microservicio.
En entornos de microservicios, donde existen decenas o cientos de pequeñas aplicaciones comunicándose entre sí, el AF pasa a ser más que un simple policía. Se convierte en un orquestador de reglas de seguridad, un “maestro de tráfico” que necesita entender el contexto de cada servicio para aplicar la política adecuada.
El primer paso es diferenciar el tráfico externo del interno. En una arquitectura de microservicios, hay comunicación interna entre servicios y tráfico que viene del “mundo exterior” (clientes, usuarios, otras aplicaciones). Separar ambos es crucial:
Si un servicio se encarga de procesar pagos o datos personales (como el de facturación en una tienda en línea), su política debe ser mucho más estricta que la de un servicio de catálogo de productos o uno de análisis de logs.
Aunque el término Zero Trust puede sonar a moda, tiene mucho sentido en microservicios. La idea central es la desconfianza total: ningún servicio accede a otro sin estar autenticado y autorizado. El AF puede implementar estas políticas, exigiendo certificados, tokens o credenciales válidas para que haya comunicación.
Si te parece un poco paranoico, recuerda que incluso dentro de tu mismo entorno, si un contenedor es comprometido, podría intentar infectar a otros servicios. Zero Trust reduce ese riesgo.
No basta con mirar direcciones IP o puertos. En microservicios, muchos protocolos e interacciones se dan a nivel de aplicación, por ejemplo, APIs REST o gRPC. Un AF que ofrezca Deep Packet Inspection (DPI) puede:
La DPI resulta especialmente útil en entornos contenedorizados donde conviven múltiples aplicaciones que podrían usar protocolos diferentes.
La mayoría de los entornos de microservicios usan herramientas específicas para gestionar contenedores y procesos. Configurar el AF de forma manual en cada instancia puede convertirse en una pesadilla. Por ello:
La idea es complementar la configuración propia de la orquestación con tus reglas de Application Firewall, de modo que se ajusten a la dinámica de escalado y sustitución de contenedores.
Las APIs son la columna vertebral de los microservicios, así que protegerlas no es opcional. Un AF bien configurado puede filtrar y monitorear todo el tráfico API para detectar anomalías, como un número excesivo de peticiones en un intervalo corto o peticiones que intenten saltarse el protocolo de autenticación.
Lo esencial aquí es que el firewall entienda la lógica de la API. Por ejemplo, si la API debería recibir solo JSON, cualquier solicitud con un formato distinto se considera sospechosa. Si la API de facturación solo maneja métodos POST para crear facturas y GET para consultarlas, cualquier DELETE que aparezca es un claro indicador de algo raro.
Para servicios internos, es fácil relajarse y pensar “esto no está expuesto al público, no hay problema”. Craso error. Un contenedor comprometido puede intentar pivotar y atacar otros servicios internos. De ahí la importancia de monitorear y filtrar también ese tráfico “invisible” de cara al exterior.
Los service meshes son componentes que gestionan la comunicación entre microservicios, proporcionando encriptación, descubrimiento y balanceo de carga. A primera vista, podría parecer que un service mesh hace lo mismo que un AF, pero no es exactamente así:
Al combinarlos, obtienes una capa de seguridad más completa. El mesh asegura que cada servicio se comunique de forma segura y adecuada, mientras que el AF filtra y bloquea el tráfico malicioso. En entornos donde la escalabilidad y la frecuencia de despliegues son altas, esta sinergia puede marcar la diferencia.
Lo ideal es que el AF se integre con el proxy que el service mesh utiliza. Así, se pueden aplicar reglas de firewall al mismo tiempo que se orquesta la comunicación entre servicios.
Imagina que tu empresa en España está montando un sistema de gestión de pedidos con microservicios. Has decidido usar una malla de servicios para gestionar el ruteo, la seguridad básica y el balanceo de carga. Quieres añadir un AF para reforzar la seguridad. ¿Cómo podrías hacerlo?
Esta configuración combina lo mejor de los dos mundos: la orquestación y seguridad básica de la malla de servicios y la protección avanzada del AF.
No todo es color de rosa en la implementación de AF con microservicios. Aquí algunos tropiezos frecuentes:
Para una implementación robusta, existen distintas soluciones y plataformas que pueden ajustarse a la gestión de tus microservicios y Application Firewall. Algunas permiten integración sencilla, automatización o compatibilidad con entornos de contenedores. También es importante considerar si cumplen con la normativa local de tu país.
Si en tu organización se aplica la normativa local de INCIBE en España, por ejemplo, o regulaciones latinoamericanas como la Ley de Protección de Datos Personales en Colombia o la Ley Federal de Protección de Datos Personales en México, es fundamental asegurarte de que tu AF cumpla con los requerimientos específicos de registro y monitoreo.
Configurar un Application Firewall para entornos de microservicios y contenedores es todo un arte, sobre todo cuando se busca la máxima seguridad sin afectar la agilidad y el rendimiento. Entre el Zero Trust, la integración con otras capas y la necesidad de segmentar el tráfico, hay mucho que tener en cuenta. Pero, con un enfoque cuidadoso, las herramientas adecuadas y un ojo siempre puesto en la evolución de la arquitectura, tu AF puede convertirse en un aliado sólido que vigile las puertas de tus microservicios sin convertir la vida del equipo en un infierno de reglas inservibles.
En un mundo cada vez más conectado, donde los ataques evolucionan tanto como las tecnologías, apostar por las mejores prácticas de configuración en tu AF no es un lujo, es una necesidad. Así que pon manos a la obra y mantén tus microservicios a salvo de amenazas, sin perder la flexibilidad que hace de esta arquitectura la mejor opción para la innovación.
Si sigues estos consejos, tu entorno estará tan blindado como una bóveda de banco. Y lo mejor: tus desarrolladores y clientes te lo agradecerán. ¡Buena suerte y feliz configuración!