Parece que lo peor no ha quedado atrás — está ocurriendo ahora mismo.
Según las nuevas estadísticas de Chainalysis, el año 2025 ha marcado un récord negativo en el mundo de las criptomonedas: entre enero y junio se robaron más de 2.170 millones de dólares, superando ya las pérdidas totales de todo el año 2024. El episodio más grande fue el hackeo a la plataforma ByBit por 1.500 millones de dólares, perpetrado, según los analistas, por hackers norcoreanos — el mayor cibercrimen en la historia de la industria cripto. Este incidente ha sido determinante en el año actual tanto por el volumen del daño como por su impacto en las estrategias de seguridad del sector.
En la primera mitad de 2025, las pérdidas por robos de criptomonedas superaron en un 17% las cifras del hasta ahora peor año, 2022. Si la tendencia continúa, las pérdidas anuales podrían superar los 4.000 millones de dólares solo en servicios. Además, el enfoque de los atacantes ha cambiado: los monederos personales de usuarios son cada vez más el blanco, representando ya casi una cuarta parte del monto robado. Cabe destacar que en 2024 el total robado alcanzó los 2.200 millones de dólares, un aumento del 21,07% en comparación con 2023. También aumentó el número de ataques: de 282 en 2023 a 303 en 2024.
Estadísticas del gráfico y proyección de robos en 2025 (Chainalysis)
La nueva realidad muestra que los ataques a monederos personales no solo son masivos, sino cada vez más variados. Los hackers emplean ingeniería social, automatización mediante IA y buscan activamente a los propietarios más vulnerables — generalmente personas con recursos y sin preparación para esquemas complejos de protección. Según los analistas, las víctimas que poseen bitcoines suelen sufrir robos de grandes volúmenes, mientras que los usuarios de redes como Solana y otros blockchains alternativos sufren más ataques masivos de pequeñas cantidades.
Una preocupación especial es el aumento de los casos de «wrench attacks» — agresiones físicas para obtener acceso a monederos de criptomonedas. El análisis de 2025 muestra que estos ataques se han duplicado en comparación con años anteriores. Además, los especialistas identificaron una correlación entre el aumento del precio del bitcoin y el incremento de estos incidentes. Estos casos a menudo quedan fuera de las estadísticas oficiales, pero sus consecuencias pueden ser trágicas.
Un ejemplo de ello ocurrió en Filipinas y terminó con la muerte del director de Elison Steel, Anson Cu, y su conductor. La investigación reveló que los criminales recibieron un rescate de aproximadamente ₱200 millones, luego blanqueado a través de casinos y plataformas cripto. El análisis de blockchain permitió rastrear los fondos y congelar parte de ellos. Este caso demostró cómo las herramientas digitales pueden ayudar a las autoridades incluso en los casos penales más complejos.
Geográficamente, en 2025 se registró el mayor número de víctimas en EE. UU., Alemania, Rusia, Canadá, Japón, Indonesia y Corea del Sur. El número de afectados creció especialmente en Europa del Este, Medio Oriente y Asia del Sur. Sin embargo, el daño por víctima fue especialmente alto en Emiratos Árabes Unidos, India, Lituania, Irán, Israel y Noruega. Estas diferencias se explican tanto por el nivel de actividad cripto como por la elección de activos y estrategias de los delincuentes.
En cuanto al blanqueo de los fondos robados, las diferencias entre ataques a servicios y a monederos personales son cada vez más claras. Los delincuentes que atacan plataformas suelen usar puentes cross-chain, mezcladores y esquemas complejos, mientras que los fondos robados de monederos personales suelen enviarse a exchanges centralizados o rutas alternativas en plataformas sancionadas. Esto indica una menor preparación de los criminales que operan con individuos.
Es interesante que no todos los fondos robados se blanquean de inmediato. Una parte significativa de los activos, especialmente de monederos personales, permanece en direcciones controladas por los delincuentes, lo que puede indicar estrategias de almacenamiento a largo plazo, confianza en su seguridad o espera de una subida de precios. Se estima que estas direcciones albergan actualmente unos 8.500 millones de dólares en criptoactivos, mientras que los fondos robados de plataformas suman apenas 1.280 millones.
Las altas comisiones por mover fondos en blockchain siguen siendo una característica común de los cibercrímenes. A pesar de la reducción general en el coste de las transacciones gracias a nuevas tecnologías, las primas que los delincuentes pagan por velocidad y anonimato se han multiplicado por más de cinco entre 2021 y 2025. Actúan especialmente rápido quienes roban grandes sumas a plataformas, intentando adelantarse a cualquier intento de congelamiento.
Ante el cierre del exchange clandestino Garantex y la amenaza de sanciones a Huione Group — el mayor exchange en chino de Camboya, por donde pasaron 70.000 millones de dólares — los criminales se ven obligados a reestructurar sus métodos. Aun así, el volumen total de operaciones cripto ilegales en 2025 podría superar los 51.000 millones de dólares del año pasado, aunque otras formas de crímenes en el mundo cripto muestran una dinámica mixta.
El problema de los robos de criptomonedas exige hoy nuevas estrategias de protección. Los servicios deben reforzar su cultura interna de seguridad, realizar auditorías frecuentes y tener cuidado en la contratación, especialmente en los departamentos de TI. Las vulnerabilidades en los contratos inteligentes siguen siendo un punto débil, y las firmas múltiples y el almacenamiento en frío pueden reducir considerablemente los riesgos.
Los usuarios privados también deben revisar no solo su higiene digital, sino su seguridad física. El aumento de los crímenes violentos, combinado con la exposición pública de sus criptoactivos en redes sociales, los hace vulnerables. La discreción, el uso de monederos fríos y la precaución diaria se convierten en la nueva norma para los poseedores de activos digitales.
A medida que crece la capitalización de las criptomonedas y su adopción global, los delitos digitales se vuelven no solo más complejos, sino también más peligrosos. Y aunque el blockchain ofrece a los investigadores una poderosa herramienta para rastrear transacciones, la pregunta sigue siendo la velocidad — y disposición — de la sociedad y del sector para aprovechar estas capacidades.