Nuevos análisis de las muestras de Bennu: hallan materia orgánica y trazas de agua de hace 4.000 millones de años

Nuevos análisis de las muestras de Bennu: hallan materia orgánica y trazas de agua de hace 4.000 millones de años

En sus rocas se han conservado rastros de impactos, agua y polvo interestelar.

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El asteroide Bennu, del que en 2023 la misión OSIRIS-REx de la NASA trajo muestras a la Tierra, resultó ser una verdadera «cápsula del tiempo» con materiales recogidos en distintos rincones del Sistema Solar e incluso procedentes del espacio interestelar. Durante miles de millones de años su composición fue alterada por el agua y las duras condiciones del espacio, y ahora los científicos pueden examinar todo ello con detalle.

Nuevos estudios, publicados en las revistas Nature Astronomy y Nature Geoscience, se basan en el análisis de partículas de Bennu. En ellos participan decenas de especialistas de todo el mundo bajo la coordinación del Laboratorio de Investigación Lunar y Planetaria de la Universidad de Arizona. Los científicos determinaron que Bennu se formó a partir de fragmentos de un gran asteroide «progenitor», surgido hace más de cuatro mil millones de años y que se fragmentó tras una colisión en el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter. Entre sus componentes hay partículas que se formaron tanto cerca del Sol como en los límites del Sistema Solar, además del polvo más antiguo de estrellas que murieron mucho antes de la aparición de nuestro sistema planetario.

Particularmente valioso fue el hallazgo de compuestos orgánicos y de isótopos inusuales que, según los investigadores, podrían haberse formado en el medio interestelar. Para identificarlos se empleó el instrumento de alta precisión NanoSIMS, que permite estudiar la composición isotópica de la materia a escala nanométrica. Como señala la profesora Jessica Barnes, este tipo de datos no se pueden obtener desde observaciones terrestres —solo gracias a misiones de retorno de muestras.

Los científicos también hallaron que los minerales del asteroide progenitor experimentaron largos procesos hidrotermales. El hielo acumulado en su interior se derritió con el tiempo y el agua interactuó con las rocas a temperaturas relativamente bajas —alrededor de 25 grados—. Como resultado, muchos minerales se formaron, se disolvieron y se recristalizaron, y hasta un 80% de ellos todavía conservan rastros de esa agua antigua.

Igualmente interesantes son las huellas del «clima» espacial en la superficie de las partículas de Bennu: cráteres microscópicos y gotas de roca fundida dejadas por micrometeoritos y por el viento solar. Este proceso ocurre mucho más rápido de lo que se pensaba, lo que convierte al asteroide en un valioso ejemplo de cómo el espacio modifica los cuerpos sin atmósfera.

Según los investigadores, misiones como OSIRIS-REx tienen un valor especial: los meteoritos que caen a la Tierra a menudo se desintegran en la atmósfera o se alteran tras llegar a la superficie. Las muestras traídas directamente del espacio permiten reconstruir la historia del Sistema Solar con mucha mayor precisión y ofrecen la oportunidad de tocar material que existió incluso antes de su formación.

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