Cómo dar nueva vida a las sobras de ayer para salvar el planeta

Científicos de Suiza presentaron un proyecto inusual en el que se utilizaron colas de crustáceos marinos para crear robots. La investigación se realiza en el laboratorio CREATE de la Escuela Politécnica Federal de Lausana y pertenece al campo denominado «necrobotánica». Esta área estudia la posibilidad de usar los cuerpos de animales fallecidos como partes funcionales de máquinas.
Como base se tomaron las colas de langostinos —pequeños crustáceos similares a las langostas, frecuentemente utilizados en la industria alimentaria. Estas partes, habitualmente desechadas tras el procesamiento de mariscos, están formadas por quitina —un material resistente y duradero que se descompone lentamente. Esa estructura permite usarlas en robótica como un mecanismo natural ya listo, que combina la flexibilidad de las articulaciones y la resistencia del caparazón.
Los investigadores colocaron en los segmentos de quitina elementos elásticos que imitan tendones, así como una base motorizada que se encarga del movimiento. La pinza resultante tenía alta precisión y fuerza de agarre. Durante la demostración, el dispositivo basado en la cola de un langostino pudo levantar objetos de hasta 500 gramos, incluyendo elementos frágiles y lisos como un bolígrafo y un tomate.
En otra variante de la construcción, con las mismas «piezas» biológicas se ensambló un robot capaz de nadar mediante dos «aletas». Mostró un desplazamiento estable en el agua a una velocidad de hasta 11 centímetros por segundo. Según los autores, los mecanismos obtenidos no solo tienen una construcción eficiente, sino que se distinguen favorablemente de las soluciones tradicionales basadas en metal y plástico por su sencillez y carácter ecológico.
Los creadores del proyecto subrayan que desarrollos de este tipo abren el camino hacia una robótica más sostenible y racional, en la que los materiales no solo no dañan el medio ambiente, sino que además forman parte de un ciclo de producción cerrado. En lugar de diseñar dispositivos desde cero, se puede adaptar lo que la naturaleza ya ha creado en el proceso de la evolución.
Este enfoque, según los desarrolladores, puede servir como punto de partida para tecnologías futuras en las que se combinen los principios de la bioingeniería, la producción sostenible y la reutilización de residuos. Experimentos similares ya se habían realizado antes: así, en 2022 especialistas de Estados Unidos usaron arañas muertas como garras mecánicas. Sin embargo, el nuevo trabajo amplía el alcance de la idea, proponiendo utilizar residuos alimentarios como piezas listas para máquinas.