Y qué consecuencias podría tener esto para los empleadores.
Las empresas que adoptaron ampliamente el teletrabajo durante la pandemia de COVID-19 se convirtieron, de forma inesperada, en incubadoras de nuevos negocios. Una investigación realizada por un grupo de economistas reveló que los empleados de estas organizaciones tenían una probabilidad significativamente mayor de convertirse en fundadores de sus propios startups. Según los autores del estudio, este efecto secundario del trabajo remoto debería ser tenido en cuenta tanto en las políticas corporativas como en las gubernamentales.
En el estudio, los investigadores utilizaron datos de direcciones IP para identificar quién trabajaba desde casa, y luego los cruzaron con los cambios en los perfiles de LinkedIn, registrando casos en los que una persona dejaba su empleo para fundar una empresa. La información de IP fue proporcionada por un socio anónimo que recopila perfiles de usuario mediante cookies. Los datos de LinkedIn fueron proporcionados por Revelio Labs, y se complementaron con información del censo estadounidense y las bases de datos corporativas Aberdeen CiTDB y People Data Labs.
El análisis reveló que al menos el 11,6 % del aumento de nuevas empresas después de la pandemia puede atribuirse directamente al efecto de “spawning”: la transición del empleo tradicional al emprendimiento impulsada por el trabajo remoto. En su mayoría, se trataba de empleados de empresas que continuaron contratando durante la crisis, es decir, los nuevos negocios no surgieron por despidos, sino por iniciativa propia.
Los autores del estudio señalan que el teletrabajo reduce el tiempo de desplazamiento, aumenta la productividad, ofrece flexibilidad y disminuye el nivel de supervisión directa. Todo ello crea un entorno propicio para reflexionar y lanzar proyectos propios, sin perder la estabilidad financiera.
Xu Ting precisó que esta dinámica puede ser beneficiosa para el Estado —más negocios, más empleos y más innovación. Pero para las empresas, representa un arma de doble filo: pierden talento clave, y en algunos casos, enfrentan nueva competencia. Por eso, según él, muchas organizaciones buscan limitar el trabajo remoto, temiendo fugas de personal e ideas.
Un estudio anterior de Barrios y sus colegas (2024) había concluido que el teletrabajo reduce la inclinación a emprender, ya que reemplaza parte de la flexibilidad que la gente suele buscar en el autoempleo. Pero según Xu, aquel análisis se centraba en pequeños negocios tipo “lifestyle”, mientras que esta nueva investigación aborda startups más ambiciosas, orientadas al crecimiento y la captación de inversiones.
En este contexto, se entiende mejor por qué gigantes tecnológicos como Amazon, Dell, Google e IBM están desmantelando gradualmente sus programas de trabajo remoto. Oficialmente, alegan que se busca mejorar la productividad, la cohesión del equipo y el ritmo de innovación en un entorno presencial. Sin embargo, los críticos apuntan a otros factores: desde compromisos con contratos de alquiler hasta estrategias de ahorro en despidos, ya que algunos empleados renuncian voluntariamente ante nuevas exigencias.
Entretanto, el trabajo remoto sigue teniendo un papel importante en la vida laboral estadounidense. Según un estudio de economistas de Stanford y del Instituto Tecnológico Autónomo de México, en 2025 alrededor del 25 % de los días laborales remunerados en EE. UU. se realizan fuera de la oficina. Además, según la Oficina de Estadísticas Laborales, el aumento del teletrabajo se correlaciona con un incremento de la productividad en el sector privado, incluso teniendo en cuenta las tendencias previas a la pandemia.