10 años de Windows 10: el experimento más caro de Microsoft con la paciencia de los usuarios

10 años de Windows 10: el experimento más caro de Microsoft con la paciencia de los usuarios

Ya no habrá más actualizaciones a las 3 de la mañana. Solo silencio. Y una pantalla azul en la memoria.

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Han pasado diez años desde el lanzamiento de Windows 10, un sistema concebido para recuperar la confianza de los usuarios tras el fallido experimento de interfaz de Windows 8. En 2015, Microsoft buscaba retomar el control de su ecosistema de escritorio con una solución universal que combinara una interfaz familiar con aspiraciones de multiplataforma. Aunque las expectativas iniciales eran altas, la realidad resultó ser ambigua.

Windows 10 efectivamente eliminó muchas de las características irritantes de su predecesor. Se restauró el escritorio tradicional y se abandonó la navegación basada en “baldosas”, útil únicamente en tabletas. Combinado con una amplia compatibilidad de hardware y la opción de actualización gratuita desde Windows 7 y 8.1, esto permitió al sistema posicionarse rápidamente como líder. En equipos con SSD, incluso superaba a su antecesor en velocidad de arranque y respuesta.

Una de las innovaciones clave fue el lanzamiento del programa Windows Insider, que permitía a los entusiastas participar en las pruebas de compilaciones antes de su publicación. No obstante, la compañía no siempre tomó en cuenta los comentarios: las actualizaciones semi-automáticas, los reinicios forzosos y los fallos en la distribución de parches fueron duramente criticados. Especialmente traumática fue la actualización de octubre de 2018, que eliminaba archivos de los usuarios: un error que costó a Microsoft un golpe reputacional.

Paralelamente a la versión de escritorio surgió Windows 10 Mobile, un intento por revivir su estrategia en dispositivos móviles. Sin embargo, la falta de soporte adecuado y el escaso interés del público provocaron su rápida obsolescencia. Con el fracaso de esta plataforma también se desvanecieron las esperanzas de un ecosistema Windows unificado que integrara smartphones, tabletas y dispositivos como HoloLens.

Ante la caída de su estrategia móvil, Microsoft apostó por una integración basada en el navegador. El ícono tradicional de Internet Explorer fue sustituido por Edge, un navegador más moderno pero aún limitado por el motor EdgeHTML. Más tarde, la empresa adoptó completamente Chromium, reconociendo de facto el fracaso de su propia implementación y priorizando la compatibilidad sobre la originalidad.

Windows 10 también marcó un punto de inflexión en cuestiones de privacidad. La adopción masiva de telemetría, las limitadas opciones de control y la distribución agresiva de actualizaciones generaron gran descontento. A pesar de las promesas de protección de datos, muchos vieron estos cambios como un retroceso en la relación entre desarrollador y usuario.

Al mismo tiempo, Microsoft impulsaba con fuerza el concepto de Universal Windows Platform: un modelo abstracto que prometía un formato único de aplicaciones para todos los dispositivos. Sin embargo, con el cambio de prioridades dentro de la empresa, UWP se convirtió rápidamente en un experimento olvidado, dejando a muchos desarrolladores en el limbo.

Hacia el final de su ciclo de vida, Windows 10 siguió dominando el mercado de escritorio, más por la falta de interés en Windows 11, las estrictas exigencias de hardware y el enfoque de Microsoft en la inteligencia artificial, que por una verdadera fidelidad a “la diez”. Aun así, se mantuvo como una plataforma estable que permitía trabajar sin interrupciones innecesarias, una cualidad que fue muy valorada por millones de usuarios.

En retrospectiva, Windows 10 no fue una revolución, pero sí logró corregir el rumbo tras el desastroso lanzamiento de la versión 8.x y mantener viva la ecosistema pese a los constantes cambios de estrategia. Fue un sistema sin excesos ni brillo, centrado en la previsibilidad y la funcionalidad —y quizá era justo eso lo que los usuarios esperaban. Con el fin de su soporte, termina no solo su historia técnica, sino toda una era en la que Microsoft aún intentaba equilibrar innovación con estabilidad.

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