A 56 000 km del gigante helado se ocultaba un satélite que ni siquiera la legendaria sonda llegó a ver.
Telescopio espacial James Webb detectó por primera vez un satélite hasta ahora desconocido de Urano, elevando su número total a 29. El descubrimiento fue realizado por un grupo de científicos dirigido por el Southwest Research Institute (SwRI), y este hallazgo añade un elemento importante al panorama dinámico del sistema del planeta.
El satélite fue registrado el 2 de febrero con la cámara infrarroja NIRCam. El objeto apareció en una serie de diez exposiciones largas de 40 minutos cada una. Como subrayó Mariam El-Mutamid, investigadora principal del departamento de ciencia del Sistema Solar y exploración espacial del SwRI en Boulder, Colorado, incluso la sonda interplanetaria Voyager 2, que pasó cerca hace casi 40 años, no pudo detectar un cuerpo tan diminuto.
Según los especialistas, el diámetro del satélite es de unos 10 kilómetros. Ese tamaño explica por qué no pudo ser detectado por telescopios terrestres ni por Voyager 2. Los cálculos se basan en la reflectividad de otras pequeñas lunas uranianas.
El sistema de Urano es especialmente interesante por su arquitectura interna. Ningún otro planeta tiene tanta cantidad de pequeños satélites internos que interactúan con los anillos. Según Matthew Tiscareno, del Instituto SETI (Mountain View, California), la estructura de este sistema apunta a un pasado agitado, en el que la frontera entre anillos y lunas se difumina. El nuevo objeto resulta aún más pequeño y tenue que todos los satélites internos conocidos hasta ahora, lo que sugiere una complejidad mayor de la que se creía.
El satélite se convirtió en el decimocuarto cuerpo conocido que orbita dentro de las órbitas de los cinco grandes satélites uranianos — Miranda, Ariel, Umbriel, Titania y Oberón. Más adelante la Unión Astronómica Internacional le asignará un nombre conforme a la tradición.
La órbita del nuevo satélite se sitúa a unos 56.000 kilómetros del centro del planeta. Está ubicado entre Bianca y Ofelia, que se encuentra fuera de los anillos principales. La trayectoria casi circular indica que el objeto se formó cerca de su posición actual.
El descubrimiento fue posible gracias a la sensibilidad excepcional de los instrumentos del Webb, que operan en el rango infrarrojo. Ese nivel de detalle no estuvo al alcance ni de misiones anteriores ni de observatorios terrestres. Según El-Mutamid, el hallazgo forma parte del programa General Observer, en el que científicos de todo el mundo pueden proponer proyectos para el telescopio.
Los investigadores subrayan la continuidad: el nuevo descubrimiento está directamente relacionado con el legado de la misión Voyager 2, que sobrevoló Urano el 24 de enero de 1986 y mostró por primera vez a la humanidad su enigmático mundo. Casi cuatro décadas después, el telescopio Webb continúa ampliando los límites del conocimiento, revelando nuevos detalles del sistema del gigante helado.