¿Quién dijo que la música country es cosa solo de los humanos?

Por primera vez en la historia de la lista de Billboard una composición creada por inteligencia artificial ocupó el primer puesto en la categoría Country Digital Song Sales. La canción titulada Walk My Walk pertenece al grupo virtual Breaking Rust, que apareció en la red en octubre. En sus páginas en Instagram y otras redes sociales no hay ninguna pista de la participación de músicos reales: solo imágenes generadas de vaqueros y breves videoclips con escenas típicas rurales.
La música de Breaking Rust casi no se diferencia de las canciones populares de "bro-country": ritmos iguales, los mismos acordes, letras trilladas sobre pickups, cerveza y banderas estadounidenses. La diferencia es que detrás de este grupo, al parecer, no hay personas. Billboard describió oficialmente a Breaking Rust como "grupo de IA", y como autor del proyecto indicó a un tal Obiera Rivaldo Taylor — una persona sobre la que se sabe prácticamente nada. Se le menciona solo en relación con Breaking Rust y otro proyecto digital llamado Defbeatsai, y no está claro si existe realmente.
A pesar de las dudas, el proyecto resultó increíblemente exitoso. Walk My Walk reunió más de 3 millones de reproducciones en Spotify, y otra composición, Livin' On Borrowed Time, superó los 4,1 millones. El grupo tiene más de 2 millones de oyentes mensuales, y muchos usuarios, según los comentarios, ni siquiera sospechan que escuchan contenido completamente generado. Bajo las publicaciones los fans escriben comentarios como «qué profundamente los conmovió la canción» y «qué potente es la voz del cantante».
Breaking Rust recuerda a un algoritmo musical entrenado con miles de éxitos country muy similares: el resultado es una variación infinita de la misma melodía, con diferencias mínimas y una voz neutra. Los críticos llaman a esto un ejemplo de basura de redes neuronales, cuando la inteligencia artificial crea un flujo de contenido monótono, carente de sentido y emociones, pero ideal para los algoritmos de recomendación.
En los últimos 2 años los grandes sellos presentaron varias demandas contra startups que usan música para entrenar modelos. La Asociación de la Industria Discográfica de Estados Unidos (RIAA) acusó a 2 de esas empresas de crear canciones demasiado parecidas a obras originales, y la asociación de editores demandó a la empresa Anthropic, alegando que su modelo Claude reproduce textos protegidos por derechos de autor.
Ahora la situación alcanza otro nivel: los algoritmos no solo copian la música, sino que ocupan el lugar de los intérpretes en las listas. Para llegar a la cima en este género basta con unas 3 000 descargas. Para muchos músicos esto es un símbolo de la degradación del gusto musical y la prueba de que la inteligencia artificial puede desplazar no solo la artesanía, sino la misma idea de la creatividad.