Una sola vulnerabilidad —y tu casa inteligente deja de ser tuya.
Los altavoces inteligentes Sonos Era 300 resultaron ser vulnerables a ataques que permiten a un atacante ejecutar código arbitrario en el dispositivo sin necesidad de autenticación. La vulnerabilidad recibió una puntuación de 8,8 sobre 10 en la escala CVSS —una calificación bastante alta, especialmente para un dispositivo de electrónica de consumo integrado en redes domésticas y de oficina.
El problema afecta al procesamiento del formato de audio ALAC (Apple Lossless Audio Codec), una tecnología utilizada para transmitir audio sin compresión y con alta calidad. La clave está en que los datos recibidos en formato ALAC no son verificados adecuadamente antes de ser escritos en la zona de memoria RAM asignada al búfer. Este enfoque abre la puerta a ataques del tipo heap-based buffer overflow —desbordamiento de memoria dinámica seguido de la inyección de código malicioso.
Según la iniciativa Zero Day Initiative (ZDI), la vulnerabilidad puede ser explotada desde la misma red a la que está conectado el altavoz. No se requiere inicio de sesión ni contraseña: el atacante solo necesita enviar paquetes especialmente diseñados para tomar el control del dispositivo.
El código ejecutado lo hace con los privilegios de un usuario del sistema con el alias “anacapa”. Se presume que esta cuenta pertenece al sistema de gestión interno del altavoz, responsable de la reproducción de audio y la ejecución de comandos. Es decir, el atacante no obtiene acceso solo al reproductor, sino a toda la lógica de interacción con la red, incluyendo el intercambio de datos, actualizaciones y otras funciones.
Aunque a primera vista hackear un altavoz musical pueda parecer inútil e inofensivo, en realidad puede convertirse en el punto de partida para acciones mucho más peligrosas. Estos dispositivos suelen estar conectados a redes domésticas o corporativas y tener acceso a otros servicios —desde cuentas en la nube hasta APIs confidenciales. Un atacante puede usar el altavoz comprometido para propagar malware, interceptar tráfico o realizar reconocimiento de la infraestructura interna.
Sonos fue informada de la vulnerabilidad el 11 de diciembre de 2024. Posteriormente, el problema fue corregido en la actualización de firmware Player, compilación 83.1-61240, versión 16.6. Se recomienda a los usuarios verificar lo antes posible que sus dispositivos ejecutan el software más actualizado. Para muchos modelos, el parche se instala automáticamente, pero en algunos casos es necesario iniciar el proceso manualmente a través de la aplicación móvil.
Curiosamente, esta no es la primera falla de este tipo en el modelo Era 300. A comienzos de 2025, ZDI ya había informado sobre otras tres vulnerabilidades similares —tipo use-after-free— que también permitían ejecutar código sin autenticación. Todas ellas se detectaron en dispositivos con versiones de firmware anteriores a la 16.6. El problema radicaba en la gestión incorrecta de la memoria tras la eliminación de objetos, lo que permitía reutilizar segmentos liberados en beneficio de los atacantes.
Todas las vulnerabilidades fueron descubiertas durante el concurso de hacking Pwn2Own —una competencia anual en la que expertos en ciberseguridad buscan fallos críticos en dispositivos populares. Los altavoces inteligentes de Sonos se han convertido desde hace tiempo en uno de los objetivos habituales: ya en 2022, en el torneo de Toronto, tres equipos lograron vulnerar el modelo Sonos One utilizando cuatro exploits distintos.
El interés por los sistemas de sonido es fácil de entender: desempeñan un papel cada vez más importante en los ecosistemas del hogar inteligente. Estos dispositivos combinan micrófonos, conexión en red, procesamiento local y acceso constante a internet. Todo ello los convierte en un punto de entrada ideal para ataques —especialmente si las vulnerabilidades del firmware permiten hacerlo sin intervención del usuario.
Para los fabricantes de electrónica, estos incidentes son una señal de alerta: incluso un “simple altavoz inteligente” debe someterse regularmente a auditorías de seguridad. Ignorar las actualizaciones o reaccionar con lentitud ante los informes de los investigadores conlleva el riesgo de filtraciones, instalación de software malicioso y el contagio de toda la red doméstica.