¿Reprogramar el sistema inmunológico? Ya es posible. Suena a algo sacado del ciberpunk, pero es la medicina de 2025.
La inmunoterapia con células CAR T se ha consolidado desde hace tiempo como uno de los métodos más avanzados en la lucha contra el cáncer. La esencia de esta tecnología consiste en extraer las propias células del sistema inmunológico del paciente, "reprogramarlas" genéticamente para que reconozcan los tumores y luego devolverlas al organismo, de modo que busquen y destruyan las formaciones cancerosas que antes podían pasar desapercibidas.
Este enfoque ya ha dado resultados notables. La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) ha aprobado seis medicamentos basados en células CAR T para tratar diferentes tipos de cánceres hematológicos. Y no se trata de casos aislados: en todo el mundo continúan cientos de ensayos clínicos enfocados en ampliar el campo de aplicación de esta metodología. El interés no se limita al tratamiento de tumores, sino que también abarca patologías autoinmunes complejas, como el lupus eritematoso sistémico y la esclerodermia, en las que el sistema inmunológico ataca los propios tejidos del organismo.
A pesar de los avances, la tecnología sigue siendo extremadamente compleja, costosa y físicamente exigente para el paciente. Para modificar las células, es necesario extraerlas de la sangre, someterlas a una compleja corrección genética y luego reintroducirlas en el cuerpo. Antes del procedimiento, el paciente también requiere un curso de quimioterapia para eliminar las células dañadas y hacer espacio para las nuevas. Este proceso consume mucho tiempo y debilita considerablemente al organismo.
Precisamente para simplificar el procedimiento y hacerlo más accesible, los investigadores están buscando enfoques alternativos. Uno de ellos es la reprogramación de las células inmunitarias directamente dentro del cuerpo, sin necesidad de intervención en laboratorio. Anteriormente, los científicos intentaron entregar material genético mediante virus o nanopartículas lipídicas especiales. Sin embargo, estos métodos a menudo provocaban que las sustancias necesarias se acumularan en el hígado, sin llegar al objetivo. Además, la alteración del genoma podía desencadenar una peligrosa respuesta inmunitaria hiperactiva.
El nuevo método se basa… en los avances de las vacunas de ARNm contra el COVID-19. En lugar de los enfoques tradicionales, se utiliza ARN mensajero, una molécula que transmite instrucciones a las células sin alterar su ADN. De esta manera, es posible entregar información útil directamente a las células inmunitarias, reduciendo al mismo tiempo el riesgo de reacciones adversas.
Los experimentos en animales permitieron a los investigadores comprobar cómo funciona esta nueva metodología en un organismo vivo. Durante los ensayos, en roedores con leucemia de células B, se logró suprimir el proceso maligno. En primates, tras las inyecciones, se registró la esperada disminución en los niveles de células B, lo que indica la activación del mecanismo de defensa. Además, no se observaron reacciones adversas graves.
La principal ventaja técnica del enfoque fue el uso de nanopartículas mejoradas, capaces de entregar el ARNm de manera dirigida, directamente a las células del sistema inmunológico. Este método permite evitar la alteración del ADN, reduciendo así el riesgo de consecuencias genéticas a largo plazo.
En el marco del estudio, se confirmó que tras la administración del fármaco, estos microscópicos combatientes alcanzan rápidamente los ganglios linfáticos, la sangre y el bazo, zonas clave donde se reorganiza el funcionamiento de las células inmunitarias. Gracias a ello, parte de los linfocitos T se activan y comienzan a combatir el tumor de forma específica.
Sin embargo, la tecnología también tiene sus limitaciones. Para que el método sea exitoso, el sistema inmunológico del paciente debe mantener un potencial suficiente. Si existen alteraciones graves en el funcionamiento de las células T, el tratamiento podría no tener el efecto esperado. Además, aún se desconoce cómo puede afectar este tipo de intervención al organismo a largo plazo.
El siguiente paso son los ensayos clínicos, que ayudarán a determinar la seguridad y eficacia del enfoque en seres humanos. Además, los especialistas están debatiendo la posibilidad de utilizar tecnologías similares para actuar sobre otros tipos de células inmunitarias y para la administración de distintos agentes terapéuticos directamente en los tejidos del organismo.