Xi Jinping despliega oficialmente las tropas cibernéticas.
China ha convertido oficialmente el ciberespacio en un frente militar independiente. El 19 de abril de 2024, el Ejército Popular de Liberación de China (EPL) estableció una nueva rama militar: las Tropas Cibernéticas, responsables de operaciones ofensivas y defensivas en el entorno digital.
El comando principal se encuentra en el distrito de Haidian, en Pekín. Además del cuartel general, la estructura incluye cinco bases regionales de inteligencia técnica que cubren las zonas clave del país. Todas las unidades dependen directamente de la Comisión Militar Central de China (CMC), lo que garantiza una gestión centralizada y subraya su estatus estratégico.
La creación de las Tropas Cibernéticas es la fase final de una ambiciosa reforma iniciada en 2015. En ese entonces, como parte de la consolidación y centralización de la infraestructura militar, se creó el Mando de Apoyo Estratégico (MAE), que unificó la ciberinteligencia, la guerra electrónica y el soporte técnico. Sin embargo, para 2023, las autoridades concluyeron que el modelo anterior no proporcionaba suficiente flexibilidad y capacidad de respuesta. Como resultado, el MAE fue desmantelado y sus funciones se redistribuyeron en tres nuevas áreas: Tropas Cibernéticas, Fuerzas Espaciales y Unidades de Apoyo Informático.
La doctrina de la nueva rama militar se basa en el concepto de guerra informatizada: un enfoque estratégico donde la gestión de la información, los ciberataques y la guerra electrónica juegan un papel tan crucial como las fuerzas armadas tradicionales. Sus tareas incluyen la protección de las redes nacionales, operaciones ofensivas, la lucha por la supremacía informativa y la garantía de la ciberseguridad.
Según el Ministerio de Defensa de China, las Tropas Cibernéticas están diseñadas para detectar intrusiones, neutralizar amenazas y proteger las fronteras digitales del país. Pekín afirma que se trata exclusivamente de disuasión de amenazas y estabilización, y no de la militarización de internet.
La estructura operativa consta de seis componentes. Cinco de ellos son bases regionales de inteligencia técnica (BRIT), responsables de las siguientes zonas clave:
Estas bases se formaron sobre la base de las antiguas unidades del Estado Mayor General, la Armada y la Fuerza Aérea, lo que garantiza la continuidad de la experiencia e integración con los comandos militares regionales.
El sexto componente es la Base Central de Operaciones Cibernéticas (BCOC) en Pekín. Aquí se concentran las fuerzas ofensivas, las unidades de guerra electrónica, de influencia psicológica y los centros de investigación. Esta estructura coordina el ciberespionaje, los ataques a infraestructuras críticas, la guerra electrónica y el desarrollo de nuevas tecnologías.
Se han involucrado a los principales centros científicos, incluidos el Centro de Computación de Pekín y el Instituto de Tecnologías de la Computación en Wuxi. Aquí se desarrollan superordenadores, sistemas de cifrado y tecnologías cuánticas. En estos laboratorios se crearon los famosos procesadores chinos Sunway, utilizados para la modelización militar y la protección de la información.
Se presta especial atención al desarrollo de capacidades ofensivas en el ciberespacio. La prioridad es sabotear y destruir la infraestructura enemiga, incluidas las telecomunicaciones, las plataformas logísticas y los puntos clave. Según el Departamento de Defensa de EE.UU., las Tropas Cibernéticas de China son capaces de atacar la infraestructura de los Estados Unidos, incluidas las redes energéticas y de transporte, causando interrupciones que pueden durar desde varios días hasta semanas.
La guerra electrónica juega un papel clave. Las unidades de guerra electrónica son responsables de interrumpir las comunicaciones, engañar radares y desactivar satélites. Este tipo de acciones se practican regularmente en maniobras militares, incluidos escenarios de posibles operaciones en el estrecho de Taiwán y el mar de China Meridional.
Las Tropas Cibernéticas también participan activamente en operaciones informativas y psicológicas, así como en campañas de desinformación. Las estructuras chinas utilizan de forma sistemática redes sociales y medios de comunicación para influir en la opinión pública en el extranjero, complementando las infiltraciones técnicas con impacto en las instituciones políticas y militares de otros países.
La eficacia de esta estrategia quedó demostrada, por ejemplo, con la operación Volt Typhoon, revelada en 2023. En esa ocasión, los atacantes utilizaron cuentas legítimas y herramientas integradas del sistema para infiltrarse en las redes energéticas y de telecomunicaciones de EE.UU., creando una base para un posible sabotaje de infraestructura en caso de una escalada en torno a Taiwán.
Así, Pekín ha consolidado definitivamente el ciberespacio como un campo de conflicto independiente, junto a la tierra, el mar, el aire y el espacio. El gobierno apuesta por un dominio preventivo en el ámbito de la información, con el objetivo de privar al adversario del control de sus sistemas de comunicación y mando incluso antes de que comiencen las hostilidades abiertas.