Por dentro: plástico, pesticidas, parabenos. Por fuera: una sonrisa. Así es la infancia moderna.
En Estados Unidos se realizó un estudio a gran escala que reveló: casi todos los niños de entre dos y cuatro años están expuestos diariamente a decenas de compuestos químicos potencialmente peligrosos. Algunos de ellos ni siquiera son monitoreados por las autoridades oficiales.
El trabajo fue financiado por los Institutos Nacionales de Salud (NIH) y formó parte del programa ECHO (Environmental Influences on Child Health Outcomes), dedicado a estudiar cómo el entorno afecta la salud infantil. Los científicos analizaron muestras de orina de 201 niños y detectaron rastros de 96 sustancias distintas — desde residuos de pesticidas y parabenos hasta plastificantes.
Como subraya la autora principal del estudio, la profesora Deborah Bennett de la Universidad de California en Davis, los resultados son motivo de seria preocupación. “Sabemos que la primera infancia es una etapa crítica para el desarrollo del cerebro y el cuerpo. El hecho de que estos compuestos se encuentren por todas partes es especialmente alarmante”, declaró.
Las fuentes del fondo tóxico pueden ser elementos cotidianos: juguetes, muebles, envases de alimentos, cosméticos e incluso el polvo del hogar. De las 111 sustancias analizadas, 48 estaban presentes en más de la mitad de los niños, y 34 en más del 90%. Nueve de ellas ni siquiera figuran en la lista de compuestos monitoreados por el sistema nacional NHANES.
Entre los contaminantes más comunes están los ftalatos y sus análogos (presentes en plásticos y productos de higiene personal), los parabenos (en cosméticos), los bisfenoles (en envases alimentarios), así como los benzofenones, que se encuentran en los protectores solares. También se detectaron rastros de pesticidas modernos, retardantes de llama, aditivos bactericidas y productos de la combustión. Estas sustancias ingresan al organismo a través del aire, los alimentos, la piel y el contacto con el polvo.
Los niños pequeños son especialmente vulnerables: tienden a llevarse las manos a la boca, gatear por el suelo y consumir más aire y alimentos por kilogramo de peso corporal que los adultos. Todo esto incrementa la proporción de toxinas en su organismo.
Es interesante que el estudio reveló una marcada desigualdad social. Los niños de minorías raciales y étnicas presentaron concentraciones más altas de ciertos compuestos, como parabenos y ftalatos. Además, los menores de dos años estaban más expuestos que los de mayor edad. Curiosamente, los primogénitos acumulaban menos sustancias nocivas que sus hermanos menores.
En algunos casos, el nivel de compuestos tóxicos en los niños superaba al detectado previamente en mujeres embarazadas. Esto se observó especialmente con el bisfenol S y algunos productos de degradación de pesticidas.
Hay también un cambio positivo: entre 2010 y 2021, la presencia de ciertas sustancias obsoletas —como el triclosán, los parabenos y los ftalatos clásicos— ha disminuido. Sin embargo, han sido reemplazadas por análogos menos estudiados, como el plastificante DINCH y pesticidas modernos como el acetamiprid y los piretroides.
Como destaca uno de los autores, el doctor Jiwoon Oh, los datos obtenidos reflejan la necesidad de ampliar los programas de biomonitoreo y reforzar el control ambiental. Muchos de los compuestos detectados llevan tiempo asociados con alteraciones hormonales, retrasos en el desarrollo y enfermedades crónicas. Lo más preocupante es que la exposición ocurre precisamente cuando el cuerpo del niño aún se está formando.
Eliminar completamente el contacto con sustancias nocivas en el mundo moderno es difícil, pero los especialistas recomiendan reducir los riesgos: elegir cosméticos y productos etiquetados como “libres de ftalatos/parabenos”, evitar plásticos con los códigos de reciclaje Nº3, Nº6 y Nº7, lavarse las manos con frecuencia (especialmente antes de comer), ventilar regularmente los espacios, usar filtros HEPA y realizar limpiezas húmedas. También es importante lavar bien frutas y verduras y, si es posible, optar por productos orgánicos.