La órbita vacía guarda silencio antes de la próxima respuesta.
La Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA) anunció oficialmente la finalización de la misión «Akatsuki» — el único vehículo orbital activo en torno a Venus. A partir de ese momento, la humanidad ya no dispone de ninguna sonda espacial activa cerca del segundo planeta desde el Sol.
La misión «Akatsuki», cuyo nombre en japonés significa «Amanecer», despegó en mayo de 2010 desde el cosmódromo de Tanegashima en un cohete H-IIA. Se había planificado que la nave entrara en órbita alrededor de Venus en diciembre de ese mismo año; sin embargo, el motor principal falló tres minutos después del inicio del impulso de frenado de 12 minutos. Esto provocó que la sonda no pudiera reducir su velocidad lo suficiente y, en su lugar, pasó a una órbita heliocéntrica: se convirtió en un satélite del Sol.
A pesar del fallo grave, los ingenieros de JAXA no abandonaron el proyecto. Mediante maniobras con los motores de reserva de baja potencia, la sonda fue corrigiendo progresivamente su trayectoria y solo cinco años después, en diciembre de 2015, finalmente entró en la captura orbital de Venus. A los pocos días comenzaron a llegar las primeras imágenes del planeta desde la sonda. Fue un caso poco frecuente de recuperación exitosa de una misión tras un fallo técnico tan grave.
Inicialmente se estimó una vida útil de 4,5 años. No obstante, «Akatsuki» operó en órbita alrededor de Venus durante más tiempo —casi nueve años—, aunque parte de su equipo fue fallando gradualmente. Ya en 2016, los investigadores se enfrentaron a problemas serios en varias cámaras: fallos eléctricos limitaron las capacidades de observación, por lo que fue necesario apagar dos de los cinco módulos científicos para preservar los demás. A pesar de ello, los instrumentos restantes continuaron recopilando valiosos datos científicos.
Durante sus años de operación la sonda transmitió un volumen considerable de información que sirvió de base para cientos de publicaciones científicas. Las investigaciones sobre la cubierta nubosa de Venus, su atmósfera, la distribución de temperatura y los vientos fueron posibles gracias a los datos únicos recopilados por «Akatsuki». La nave también observó rayos, gas sulfuroso y enigmáticas estructuras atmosféricas, lo que profundizó significativamente la comprensión de la naturaleza del llamado «planeta gemelo» de la Tierra.
Sin embargo, en abril de 2024 se produjo de nuevo un fallo grave. Los intentos por estabilizar la órbita fueron infructuosos y, finalmente, se perdió el contacto con la sonda. Durante el año siguiente, los especialistas de JAXA realizaron numerosos intentos de restablecer el enlace, pero ninguno tuvo éxito. El 18 de septiembre de 2025 la agencia anunció oficialmente la conclusión de la misión. En su comunicado, JAXA explicó que, «teniendo en cuenta la antigüedad de la nave espacial, que ha excedido con creces su vida útil prevista, y su situación en la fase final de explotación», los esfuerzos adicionales se consideraron no viables.
Con la partida de «Akatsuki» se dio un momento poco común en la historia de la exploración espacial: cerca de Venus ya no quedaba ninguna sonda operativa. Sin embargo, la situación cambiará pronto: en los próximos años están previstas varias nuevas misiones. La NASA tiene previsto enviar la misión DAVINCI+ con descenso a la atmósfera en 2030, y la sonda orbital VERITAS no antes de 2031. La Agencia Espacial Europea también prepara el proyecto EnVision, cuyo lanzamiento está previsto para el mismo periodo.
Además, una iniciativa privada desarrollada por investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts, con la participación de la compañía Rocket Lab, planea realizar una expedición inusual a Venus en 2026. Se había previsto que el lanzamiento tuviera lugar en enero de 2025, pero los plazos se han pospuesto.
El objetivo de la misión será buscar signos de vida en las capas superiores de la atmósfera del planeta. La duración de la operación del vehículo de descenso tras entrar en la atmósfera será de apenas unos cinco minutos; ese tiempo debería ser suficiente para obtener las muestras necesarias y transmitir los datos antes de que la instrumentación se funda en las condiciones extremadamente hostiles de Venus.
La nave «Akatsuki» no solo fue un logro técnico para Japón, sino también un ejemplo poco común de perseverancia que permitió recuperar una misión tras un lanzamiento fallido. El cierre de este capítulo no significa el fin del interés por el planeta; al contrario, Venus vuelve a convertirse en un objetivo prioritario para la investigación interplanetaria.