Hollywood quiere domar la IA a toda costa, pero no está dispuesto a asumir la responsabilidad si fracasa.
En Hollywood crece rápidamente el interés por la inteligencia artificial generativa: ahora los grandes estudios comienzan a integrarla abiertamente en los procesos de producción. Si hasta hace poco estas tecnologías se empleaban de forma fragmentaria y discreta —para rejuvenecer a actores o sustituir rostros de dobles—, hoy se trata ya de experimentos a plena escala para crear películas y series con la participación de IA.
La tecnología avanza con rapidez: los modelos de texto se han convertido de «sueños difusos» en imágenes realistas, y a continuación han aparecido herramientas para generar vídeos cortos. A pesar de que los vídeos siguen siendo imperfectos, tienen limitaciones de duración y sufren incoherencias en los detalles, muchas empresas están convencidas de que la adopción masiva de la IA será rentable. Como resultado, OpenAI, Google, Meta y varias startups están entrando cada vez más en la industria, ofreciendo proyectos conjuntos a los estudios.
La primera experiencia exitosa ya es conocida. Así, Industrial Light & Magic aplicó IA en «The Irishman» de Martin Scorsese; Marvel —en «Shang-Chi and the Legend of the Ten Rings» y «Thor: Love and Thunder». En «Ant-Man and the Wasp: Quantumania» se utilizó el servicio Vanity AI, y en «Indiana Jones and the Dial of Destiny», «Dune: Part Two», «Alien: Romulus» y otros taquillazos también hubo lugar para elementos de aprendizaje automático. Pero precisamente esto provocó la preocupación de actores y guionistas, lo que condujo a las huelgas de 2023 y a la exigencia de establecer límites al uso de estas tecnologías.
No obstante, los estudios continúan ampliando la colaboración. Lionsgate cerró un acuerdo con Runway y creó su propio modelo, entrenado con archivos de películas; sin embargo, el proyecto se enfrentó a problemas técnicos: no hubo suficientes datos para producir contenido completo.
Amazon invirtió en la compañía Showrunner, que se presenta como el «Netflix de la IA» y permite a los usuarios crear series animadas a partir de indicaciones de texto. OpenAI fue más allá y anunció la película de largometraje «Critterz», con un presupuesto de 30 millones de dólares, cuyo objetivo es demostrar las posibilidades de un proyecto cinematográfico generado íntegramente por IA.
A directores y productores como David Goyer, Darren Aronofsky y James Cameron ya se les unen empresas tecnológicas, ofreciendo soluciones listas para reducir costes. En un contexto de caída de la taquilla y reducción de la inversión en nuevos proyectos, esto resulta especialmente tentador. Estudios independientes como Asteria intentan demostrar que el uso de IA permitirá lanzar películas sin los habituales presupuestos de seis cifras.
Sin embargo, las perspectivas siguen siendo contradictorias. Por un lado, las herramientas permiten producir rápidamente arte conceptual o experimentar con el estilo visual. Por otro, los departamentos legales de grandes compañías, incluidas Disney y Universal, presentan demandas contra desarrolladores de IA por violación de derechos de autor, ya que los modelos se entrenan con materiales ajenos. Al mismo tiempo, artistas, guionistas y diseñadores consideran la tecnología una amenaza para sus profesiones: a los estudios les basta generar decenas de variantes de bocetos en cuestión de minutos, cuando antes ese trabajo se pagaba.
A pesar de las declaraciones sobre la «democratización del arte», la realidad muestra que el coste de los proyectos con IA por ahora no es tan bajo: el presupuesto de «Critterz» es claramente mayor que el de la letona «Flow», creada íntegramente en Blender por 4 millones de dólares y galardonada con un Óscar. En general, Blender sigue siendo un ejemplo de verdadera accesibilidad: el programa es gratuito y permite a los autores dominar por sí mismos todas las etapas de producción.
Así pues, la industria cinematográfica se encuentra en un punto de inflexión. Hollywood busca un equilibrio entre el deseo de reducir gastos y la necesidad de preservar puestos de trabajo y la identidad creativa. Por ahora, los proyectos basados íntegramente en IA parecen más bien pasos de promoción y experimentos que una práctica sostenible, pero la presión de las corporaciones tecnológicas continúa en aumento.