iPhone = mentes rotas: la generación Z lleva a cabo un linchamiento mediático contra Apple y Tesla

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Los "gnomos", la nueva generación de rebeldes que rechaza los smartphones

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En Nueva York, en el popular parque urbano High Line, el último fin de semana de septiembre se celebró una manifestación inusual con el nombre irónico SHITPHONE. Se reunieron varias docenas de personas, principalmente jóvenes de la generación Z. Los unía la idea de renunciar a la presencia excesiva de servicios digitales y teléfonos inteligentes en la vida.

Los organizadores propusieron a los participantes ponerse gorros caseros hechos con carpetas de colores, estilizados como sombreros de gnomos. En el interior de cada tocado había una nota pegada con tesis sobre los daños de las tecnologías: desde el aumento de la soledad hasta la pérdida de muchos años de vida por la dependencia de las pantallas. El símbolo del evento fueron precisamente los gnomos, como imagen de una criatura "terrena", no vinculada al mundo digital. Algunos acudieron disfrazados, por ejemplo en el papel de "niño iPad" con una pantalla de cartón en la que estaban dibujados iconos de aplicaciones populares.

Los asistentes corearon consignas que condenaban a las plataformas digitales y sostuvieron carteles con llamados a "no ignorar la revolución de los gnomos". Sus intervenciones giraron en torno a la idea de construir una comunicación saludable sin teléfonos inteligentes ni redes sociales, que, según ellos, sustituyen los contactos reales. Los jóvenes activistas afirmaron que la permanencia prolongada con los dispositivos no solo daña la psique, sino que también crea una dependencia que se refleja en toda la cultura.

Varios participantes aportaron ejemplos personales. Así, Eliana Steel reconoció que desde temprana edad no soltó la tableta y ahora considera que fue una experiencia peligrosa. Otros señalaron que las tecnologías modernas han logrado resultados impresionantes, pero al mismo tiempo se han convertido en un "entretenimiento hasta la muerte" que distrae de los valores principales. Muchos relacionaron los problemas no solo con la esfera social, sino también con la política, señalando que la adicción digital debilita la capacidad de la sociedad para unirse y actuar colectivamente.

Tras los discursos iniciales, la columna se dirigió a una tienda de Tesla. Llevaban consigo una orquesta de viento casera y megáfonos. En las aceras cerca del salón, los participantes escribieron con tiza mensajes dirigidos a Elon Musk y a sus empresas. Criticaron no solo los automóviles, sino también proyectos en el ámbito de la inteligencia artificial, la robótica y el espacio, vinculándolos con el aumento del control de las tecnologías sobre las personas. Para los activistas, la figura de Musk se convirtió en símbolo de una industria que interviene demasiado en la vida de la sociedad.

El siguiente punto de la ruta fue un establecimiento minorista de Apple. Allí organizaron un "juicio" simbólico contra los productos de la compañía. En el proceso improvisado los dispositivos fueron declarados "culpables", tras lo cual un "verdugo" con máscara rompió con una piedra un iPhone, un iPad y un ordenador Mac justo en la entrada. Antes de eso, los reunidos gritaban consignas de que "las manzanas están hechas para comerse", no para pasar horas infinitas en ellas.

Los partidarios del movimiento explicaron que acciones como esa no son solo un espectáculo, sino un intento de llamar la atención sobre la epidemia de dependencia de las redes sociales y las aplicaciones. Están convencidos de que la comunicación en persona y la atención al mundo que nos rodea deben volver a ser una prioridad. Al mismo tiempo, no todos están de acuerdo con los métodos radicales: algunos, como la fundadora de la agrupación estudiantil Appstinence, Gabriela Nguyen, no apoyan la destrucción de la tecnología, pero defienden la renuncia consciente a las cuentas en redes sociales y el uso de dispositivos minimalistas sin servicios de internet.

Nguyen subrayó que será la generación Z la que tendrá que decidir hasta qué punto las tecnologías digitales deben integrarse en la vida de la sociedad, ya que precisamente esa audiencia será en el futuro la de los políticos, los directivos y los creadores de nuevos servicios. Muchos jóvenes participantes consideran que el distanciamiento voluntario de los dispositivos es un paso importante para madurar y para formarse una nueva visión del futuro.

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