«No lo entienden, es distinto»: James Cameron explicó por qué sus "hombrecitos azules" son arte y las redes neuronales no.

El debate sobre el papel de la inteligencia artificial en el cine se intensifica en el contexto del rápido desarrollo de las tecnologías generativas. En esta ocasión, al coro de críticos de los actores digitales se sumó el director de "Avatar", James Cameron, conocido por su interés en soluciones cinematográficas avanzadas, pero partidario de no sustituir la interpretación en vivo por algoritmos.

En una conversación con el programa CBS Sunday Morning, antes del estreno del tercer filme de la franquicia "Avatar" titulado "Fuego y ceniza", Cameron estableció una línea clara entre las tecnologías de captura de movimiento y las redes neuronales generativas. Según él, el trabajo con captura de movimiento sigue siendo una creación conjunta entre el director y el intérprete, en la que las herramientas digitales solo amplifican lo que el actor crea en el set.

El director considera a los sistemas generativos como lo opuesto a ese enfoque. Señala que los algoritmos ya son capaces, mediante una consulta de texto, de crear personajes y papeles completos sin la participación de personas vivas, y califica esa práctica de preocupante para la industria cinematográfica.

Cameron subraya que no está interesado en sustituir a los intérpretes humanos por imágenes generadas por máquinas y valora el trabajo con actores como un elemento clave de la profesión. Para él, las tecnologías informáticas tienen sentido solo como herramientas que ayudan a revelar la actuación humana, no para desplazarla de la pantalla.

Además, el director, que forma parte de la dirección de la empresa con sede en el Reino Unido Stability AI, evalúa con escepticismo el potencial creativo de los modelos generativos. En su opinión, ese tipo de sistemas se basan en conjuntos existentes de obras de arte y experiencia humana, combinándolos en un resultado promedio en lugar de crear algo verdaderamente nuevo.

Cameron considera que los algoritmos no son capaces de reproducir la experiencia vital única de un guionista concreto ni las peculiaridades individuales del estilo de un actor específico. Esas diferencias, según él, conforman la originalidad en el cine y se ven perjudicadas cuando se depende por completo del contenido sintético.

El director prevé que, en el contexto de la expansión de la inteligencia artificial, la interpretación en vivo y la observación del proceso creativo en tiempo real serán percibidas como especialmente valiosas. En ese panorama futuro de la producción cinematográfica, las tecnologías seguirán siendo una parte importante del proceso de trabajo; sin embargo, según Cameron, el lugar central debe mantenerse para la persona.