Nos hemos atrapado en una trampa tecnológica

Nos hemos atrapado en una trampa tecnológica

El auge de los robots ha revelado un problema global.

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Un montacargas automatizado, capaz de levantar cargas diez veces más pesadas que un ser humano, se detuvo inesperadamente en medio de su trabajo en un almacén de una gran empresa logística. Las cajas se desparramaron por el suelo mientras los desconcertados empleados observaban en silencio, sin entender la causa del fallo ni saber cómo reiniciar rápidamente la máquina. Para resolver este tipo de problemas, es necesario buscar especialistas con habilidades poco comunes y herramientas específicas, que a menudo no están disponibles en el lugar.

La situación se complica aún más cuando se trata de equipos avanzados de fabricación extranjera. Por ejemplo, los hospitales compran robots quirúrgicos sin contar con centros de servicio cercanos. En estas condiciones, incluso una avería menor puede dejar fuera de servicio costosos equipos durante un largo período. Las instituciones médicas se ven obligadas a contratar ingenieros en plantilla o a buscar soluciones alternativas.

El último informe de World Robotics presenta cifras impactantes: en las fábricas de todo el mundo operan más de 4,2 millones de máquinas automatizadas, un 10 % más que antes. Sin embargo, un estudio de 2025 revela que cuanto más intensamente las empresas utilizan los sistemas automatizados, más frecuentes son sus fallos. Las compañías deben encontrar formas de reparar rápidamente los equipos o ingeniárselas sin ellos temporalmente, especialmente cuando la automatización desempeña funciones críticas.

Asia lidera en la instalación de nuevas infraestructuras industriales, concentrando el 70 % de las implementaciones. Europa ocupa el segundo lugar con un 17 %, y los países de América cierran el podio con un 10 %. El mercado de los robots de servicio profesional ha crecido un 30 %, y el valor total del equipamiento instalado ha alcanzado los 16 500 millones de dólares. Para las empresas que implementan masivamente sistemas automatizados, minimizar la posibilidad de fallos es una cuestión de supervivencia.

Sin embargo, la automatización masiva se enfrenta a un gran obstáculo: la falta de ingenieros cualificados. Un dato revelador: en Suazilandia, hay solo un graduado en ingeniería por cada 170 000 habitantes. En comparación, en el Reino Unido, uno de cada 1100 ciudadanos se convierte en ingeniero. La demanda de especialistas técnicos ya supera la oferta y, a medida que avanza la automatización, esta brecha no deja de crecer.

El profesor Frank Förster, de la Universidad de Hertfordshire y miembro de un grupo de investigación en sistemas adaptativos, señala las serias limitaciones de la tecnología actual. Según él, las máquinas aún no pueden reemplazar a los humanos en muchos procedimientos médicos, ya que sus manipuladores no tienen la precisión necesaria ni pueden actuar con la delicadeza requerida. Los sistemas modernos no logran reproducir la fineza de los movimientos que se necesitan para cirugías complejas.

Otro desafío es la interacción entre los sistemas automatizados y las personas. Los algoritmos actuales de reconocimiento de voz y diálogo requieren simplificar en exceso el entorno de trabajo o entrenar al personal en comandos específicos que las máquinas puedan comprender. Förster compara esta situación con la industria automotriz y sugiere que, con el tiempo, se desarrollará una red de soporte similar a los talleres mecánicos.

En 2023, los científicos investigaron por qué fallan los sistemas automatizados y concluyeron que es un problema complejo que debe abordarse desde varias disciplinas. Identificaron dos estrategias principales: una en la que el sistema puede recuperarse por sí mismo y otra en la que se requiere intervención humana.

Para 2029, se espera que el mercado de la robótica de servicio crezca hasta los 57 350 millones de dólares, por lo que es crucial aprender a solucionar fallos de manera eficiente. Sin embargo, los científicos admiten que aún faltan datos sobre cómo se comporta el equipo en condiciones reales y cómo interactúa con las personas en entornos de servicio.

El profesor Förster enfatiza lo difícil que es enseñar a las máquinas a comunicarse. Según sus observaciones, la gente suele subestimar la complejidad de sus propias interacciones diarias. Incluso una conversación sencilla con un cajero está llena de matices sutiles que los algoritmos actuales no pueden captar. Los especialistas aún no han comprendido a fondo estos procesos para convertirlos en programas funcionales.

La empresa Meltio ha encontrado una forma interesante de facilitar la integración de la automatización en la producción. Ha desarrollado un kit de integración que convierte las instalaciones industriales en sistemas de impresión 3D en metal. Según el director del proyecto, Alejandro Nieto, el desarrollo tomó más de dos años. Ahora, el equipo puede imprimir con titanio, cobre, aluminio, acero inoxidable, inconel, invar y aleaciones de níquel. Esta versatilidad es especialmente valiosa para las industrias automotriz, aeroespacial, energética, naval y de defensa.

Los expertos coinciden en que, al implementar la automatización, es fundamental planificar de antemano cómo responder a posibles fallos. No basta con realizar un mantenimiento regular, actualizar el software y supervisar el rendimiento. Es necesario contar con máquinas de respaldo o personal capacitado que pueda sustituir temporalmente a los sistemas averiados. Para construir una infraestructura fiable, diversas industrias deben colaborar entre sí.

Los científicos buscan activamente formas de mejorar la fiabilidad de los sistemas automatizados. Entre 2000 y 2023, el número de publicaciones sobre este tema aumentó significativamente, abordando cómo prevenir fallos, mejorar la interacción entre humanos y máquinas y reducir los tiempos de inactividad. El kit de Meltio es un ejemplo de cómo los ingenieros pueden resolver problemas de compatibilidad y hacer que los equipos sean más versátiles.

Una preocupación creciente es la brecha entre la cantidad de ingenieros cualificados necesarios y los disponibles en el mercado laboral. Pocas personas pueden costear una educación costosa y las oportunidades de adquirir experiencia práctica son limitadas. Como resultado, hay muy pocos nuevos especialistas en el campo de la automatización. Los expertos insisten en que no basta con adquirir tecnología: es necesario invertir en programas educativos en paralelo.

Los sistemas automatizados están ingresando en múltiples áreas, desde smart cities hasta operaciones de rescate. Por ello, se necesita un enfoque integral en la formación de especialistas. No solo deben diseñar y mantener la tecnología moderna, sino también saber adaptarla a condiciones en constante cambio.

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