¿GPS muerto? Ni una señal de radio. Pero el barco no entra en pánico: lo guía la gravedad

¿GPS muerto? Ni una señal de radio. Pero el barco no entra en pánico: lo guía la gravedad

Para el navegador cuántico no existen guerras, interferencias ni el vacío del espacio.

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La empresa australiana Q-CTRL llevó a cabo un experimento poco común en alta mar: instaló su sensor cuántico en un barco para comprobar si podía determinar su posición sin necesidad de GPS, incluso en condiciones adversas. Y funcionó. El dispositivo operó en un entorno real, en un buque en movimiento, sin intervención humana y bajo carga completa. La navegación por gravedad ya no es solo una teoría elegante de revistas científicas, sino una herramienta práctica para situaciones extremas.

Las pruebas se realizaron a bordo del buque de entrenamiento MV Sycamore, utilizado activamente por la Armada australiana para diversas tareas. Allí se instaló un gravímetro cuántico, un instrumento que detecta las más mínimas variaciones del campo gravitacional. El sensor funcionó durante 144 horas ininterrumpidas, recopilando datos en condiciones reales de navegación —con balanceo, vibraciones del motor y dinámica inestable del barco.

El principio es simple y elegante. El campo gravitacional de la Tierra no es uniforme: forma un mapa topográfico propio con “valles” y “colinas” gravitacionales. El sensor cuántico capta esas diferencias microscópicas y las compara con mapas previamente elaborados. Sería como caminar por un bosque no con GPS, sino recordando dónde hay una colina o un barranco. Solo que, en este caso, el “relieve” es gravitacional.

Y lo más importante: el sistema no depende de satélites. Funciona de forma completamente autónoma, incluso si el GPS falla o es bloqueado deliberadamente. Y estos escenarios ya no son ciencia ficción. Por ejemplo, en junio de 2023 se detectó un ataque masivo de GPS-spoofing en el espacio aéreo y marítimo de Medio Oriente —una técnica que suplanta la señal de los satélites. Aviones y barcos comenzaron a recibir coordenadas falsas, apareciendo en ubicaciones inexistentes. Esto provocó fallos en la navegación, en los sistemas anticolisión y, en algunos casos, pudo haber causado accidentes si no fuera por la rápida reacción de pilotos y capitanes.

Según Boston Consulting Group, el mercado de sensores cuánticos podría alcanzar los 3–5 mil millones de dólares para 2030. Pero lo más valioso son las soluciones que ya han demostrado su eficacia en condiciones reales, no solo en laboratorios.

El proyecto de Q-CTRL destaca precisamente por eso: el sensor fue enviado directamente “al frente”. Se colocó en la sala de servidores del barco, sin suspensiones, amortiguadores ni estabilizadores. Todos los componentes cabían en un solo rack estándar. Ya no es una instalación científica enorme, sino un módulo compacto e integrable en cualquier infraestructura naval. Además, consume apenas 180 vatios, menos que una tetera eléctrica.

El desarrollo tardó solo 14 meses, un plazo excepcionalmente corto para una tecnología cuántica. Y la versión final no requiere técnicos para operar: funciona de forma totalmente automática —enciende y navega.

En los barcos, los sistemas de respaldo suelen ser la navegación inercial o las brújulas magnéticas. Pero ambas opciones tienen debilidades: la navegación inercial acumula errores con el tiempo, y las brújulas pueden fallar cerca de objetos metálicos grandes o bajo fuertes interferencias electromagnéticas. En cambio, los sensores cuánticos miden parámetros físicos fundamentales, lo que les permite mantener la precisión incluso donde los sistemas tradicionales fallan.

Por eso, esta no es solo una solución de respaldo frente a la caída del GPS, sino un método autónomo completo, especialmente relevante en aplicaciones militares, donde el satélite puede ser la primera víctima de la guerra electrónica.

Aun así, el uso de esta tecnología va más allá del ámbito militar. Será útil en aviación, transporte marítimo, exploración submarina y misiones científicas. En todos aquellos casos donde conocer la posición exacta es crítico y no se puede depender únicamente de un satélite.

Sistemas similares ya están apareciendo. La empresa SandboxAQ presentó recientemente su propia solución, AQNav, y también se desarrollan alternativas como MagNav, basada en anomalías magnéticas. ¿Estamos ante el fin de la era de la dependencia total del GPS? Todo parece indicar que sí.

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