Un salto al infierno por la ciencia. El 18 de julio, la NASA lanzará SNIFS hacia el Sol

Un salto al infierno por la ciencia. El 18 de julio, la NASA lanzará SNIFS hacia el Sol

15 minutos para encontrar la causa de las grandes tormentas… y volver.

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Este julio se lanzará la misión única SNIFS —Solar EruptioN Integral Field Spectrograph. El aparato será llevado a una trayectoria suborbital por el cohete Black Brant IX, que despegará desde el polígono de pruebas de White Sands, en Nuevo México. Su objetivo: una de las zonas más activas y menos comprendidas de la atmósfera solar —la cromosfera. La ventana de lanzamiento se abre el 18 de julio.

Esta capa se sitúa entre la fotosfera (la superficie visible del Sol) y la envoltura exterior —la corona. A pesar de décadas de observaciones, esta región intermedia sigue siendo la más misteriosa para los científicos.

El interés por la cromosfera se debe a su ubicación estratégica: es justo en sus proximidades donde ocurren fenómenos como llamaradas solares y expulsiones de masa coronal. Estos eventos influyen directamente en el clima espacial, interfieren con los satélites y representan un peligro para la salud de las tripulaciones. SNIFS ayudará a entender cómo se transfiere la energía a través de esta capa y en qué momento exacto se desencadena la cadena de procesos que conduce a esta actividad explosiva en el entorno solar.

«Para predecir el clima espacial y reducir sus riesgos para la Tierra, necesitamos modelos precisos de lo que ocurre allí», explica Vicki Hurde, egresada de posgrado de la Universidad de Colorado y una de las desarrolladoras de SNIFS. La importancia de estos estudios quedó demostrada tras varios incidentes recientes en los que llamaradas solares interrumpieron las comunicaciones por radio en distintas partes del mundo.

SNIFS es el primer sistema espectrográfico integral ultravioleta creado específicamente para el estudio del Sol. Combina las funciones de una cámara y un espectrógrafo: la primera capta la radiación de una zona extensa al mismo tiempo, mientras que el segundo descompone la luz por longitudes de onda, revelando la composición química, la temperatura y la dinámica del entorno.

«Es lo mejor de ambos mundos», afirma el investigador Chamberlin. «Estamos exprimiendo al máximo lo que la tecnología actual puede ofrecer».

El instrumento está ajustado para captar varias líneas clave del espectro ultravioleta —incluida la más intensa del hidrógeno, así como señales del silicio y el oxígeno. Estos datos permitirán rastrear el movimiento de materia y energía a través de la cromosfera y su conexión con las capas exteriores de la atmósfera solar, cuya actividad varía cíclicamente.

La plataforma del experimento será un vehículo suborbital. Estos cohetes permiten observaciones breves pero valiosas en microgravedad y fuera de la atmósfera. Además, suelen ser el primer paso para jóvenes investigadores que ponen a prueba sus tecnologías en el mundo real.

La misión científica de SNIFS durará unos 15 minutos. Tras el despegue, la sonda alcanzará la altitud deseada en 90 segundos y apuntará hacia el Sol. Durante unos 7 a 8 minutos recopilará datos, y luego iniciará el regreso. El descenso tomará entre 3 y 5 minutos.

Se espera que el cohete aterrice a 112–128 km del punto de lanzamiento. Por eso se eligió el desierto de White Sands —un área amplia y poco poblada, ideal para un aterrizaje seguro del equipo.

Para Vicki Hurde, esta misión es la culminación de cuatro años de trabajo meticuloso. «Es como un hijo que he criado», admite. Los datos que recopile SNIFS permitirán comprender mejor los procesos en la atmósfera solar y mejorar los sistemas actuales de predicción de tormentas solares —especialmente aquellos basados en inteligencia artificial.

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