Qué es lo que realmente hacen los productos de Palantir.
Palantir se ha ganado desde hace años la reputación de ser una de las empresas más controvertidas de Estados Unidos. Fundada con la participación del multimillonario Peter Thiel, se hizo conocida por sus contratos con el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, el Pentágono y el ejército israelí, lo que provocó protestas en varios países. Para muchos, su nombre se ha convertido en sinónimo de vigilancia digital total, aunque, según ex empleados, la percepción pública sobre su trabajo está lejos de la realidad.
Existen varios mitos persistentes: que Palantir compra datos a empresas privadas para revenderlos al gobierno, que realiza un monitoreo constante de internet en busca de información valiosa o que mantiene una base de datos centralizada de todos sus clientes. Según ex empleados, nada de esto es cierto, aunque los malentendidos persisten. La propia compañía intentó aclararlo en artículos titulados “Palantir Is Not a Data Company” y “Palantir Is Still Not a Data Company”, explicando que la complejidad de sus productos genera confusión, pero que pueden describirse con precisión.
La paradoja es que incluso quienes trabajaron allí reconocen que explicar su actividad no es sencillo. Linda Xia, ingeniera en la empresa entre 2022 y 2024, afirma que resulta difícil describir exactamente a qué se dedica Palantir incluso desde dentro. Ella y otros 12 ex empleados firmaron en mayo una carta abierta advirtiendo sobre el riesgo de facilitar prácticas autoritarias si se mantiene la colaboración con la administración de Donald Trump.
Los antiguos trabajadores describen con facilidad la función de los productos —integrar y transformar datos diversos de sistemas gubernamentales y corporativos—, pero algunos dudan al mencionar competidores directos. El ex estratega de contenidos Juan Sebastián Pinto explica que Palantir vende software B2B bajo el modelo SaaS, mientras que otro ex colega lo describe como una “fontanería de datos de lujo”. Xia define Foundry como un conjunto de aplicaciones para “operacionalizar datos”, y otro ex compañero lo compara con “un archivador turboalimentado”.
La compañía cultiva deliberadamente un halo de misterio, enfocándose en grandes clientes gubernamentales y corporativos, no en el mercado masivo. Recientemente adoptó el lema “software that dominates”. En febrero de 2025, durante la presentación de resultados trimestrales, su CEO Alexander Karp declaró que el objetivo es reforzar a sus socios, intimidar a los enemigos y “a veces destruirlos”.
Ese tono militar impregna también la cultura interna. Los empleados enviados a trabajar con clientes se llaman “ingenieros de despliegue avanzado”, un guiño a las unidades militares. Los puestos usan nombres en clave del alfabeto fonético de la OTAN, como “Delta” (ingeniero) y “Echo” (product manager). En lugar de “FYI” se emplea “FYSA” (“for your situational awareness”) y los correos suelen comenzar con “BLUF” (“bottom line up front”), equivalente militar del “TL;DR”.
No faltan las referencias a Tolkien: el nombre proviene de los “palantiri”, piedras mágicas usadas para comunicarse y ver el pasado y el futuro. El lema inicial “Save the Shire” reflejaba la idea de ayudar a los “guerreros” a resolver problemas complejos, y a veces los empleados eran llamados “hobbits”.
Detrás de la narrativa de marketing, Palantir ofrece una herramienta capaz de trabajar con datos fragmentados sin necesidad de reconstruir la infraestructura existente. El software se superpone a los sistemas ya instalados, unifica y analiza la información. Esto resulta especialmente útil en administraciones públicas con un “zoológico” tecnológico que abarca desde soluciones modernas hasta lenguajes de programación de los años 60.
El gran despegue de Palantir llegó en la década de 2010, cuando la moda del Big Data empujaba a las empresas a modernizarse. Para muchas, especialmente aquellas con sistemas obsoletos, era más viable instalar una “capa” unificadora que rehacer toda la arquitectura desde cero.
Su catálogo incluye Foundry (para empresas), Gotham (para fuerzas de seguridad y organismos gubernamentales), Apollo (gestión de actualizaciones) y Artificial Intelligence Platform, que se integra en las demás soluciones. Foundry permite gestionar inventarios, pedidos y líneas de producción. Gotham centraliza expedientes: en una misma ventana puede aparecer el color de ojos de un permiso de conducir, la matrícula registrada en una multa, redes de contacto o relaciones personales. También permite búsquedas por características como tatuajes, estatus migratorio o región de residencia.
Apollo es el panel que gestiona el despliegue de actualizaciones de Foundry y Gotham. Artificial Intelligence Platform (AIP) reúne herramientas de inteligencia artificial integrables en ambos sistemas, ampliando el análisis, detectando patrones ocultos y generando predicciones mediante modelos de aprendizaje automático.
La empresa mantiene una estructura interna “plana”, lo que facilita que los empleados asuman proyectos más complejos si tienen las habilidades y contactos, fomentando la lealtad, aunque dificultando la crítica interna.
Xia trabajó solo con clientes comerciales, pero sentía incomodidad por la labor militar de otros equipos. Pinto, ya fuera de la empresa, teme que en manos de un régimen autoritario estas herramientas permitan crear narrativas a medida y perseguir a opositores. El software no elimina los sesgos humanos: son las personas quienes deciden qué buscar y cómo interpretar los resultados. Puede servir para distribuir vacunas de forma equitativa o para participar en deportaciones o ataques selectivos.
Ex empleados advierten que, en manos peligrosas, su potencia puede convertirla en un arma de vigilancia y presión política. La tecnología no neutraliza los prejuicios: los usuarios deciden las consultas y las conclusiones. El mismo sistema puede salvar vidas en emergencias sanitarias o ser parte de una operación de represión.