La ley de 1973 podría convertirse en la base de la censura del siglo XXI.
En el Senado de EE. UU. ha resurgido el intento de imponer, en la práctica, una prohibición federal de la pornografía. El senador republicano por Utah, Mike Lee, presentó por tercera vez un proyecto de ley que redefine el concepto de “obscenidad” y podría llevar a procesamientos penales por distribuir contenido sexual en internet. Esta vez, en un clima político mucho más agresivo, donde la libertad de expresión sexual se convierte cada vez más en blanco de ataques.
El documento, titulado Interstate Obscenity Definition Act (IODA), fue elaborado por Lee en colaboración con la congresista republicana de Illinois, Mary Miller. Su objetivo es revisar el “Test de Miller” —un criterio legal vigente desde 1973 que determina si un contenido es obsceno. Este test se basaba en tres condiciones: adecuación a los estándares sociales contemporáneos, representación explícita de actos sexuales y falta de valor artístico, político o científico serio. El nuevo proyecto propone una reinterpretación radical.
Según la redacción del IODA, se considerará “obsceno” cualquier contenido que “en conjunto apele al interés lascivo por la desnudez, el sexo o los procesos fisiológicos”, y que además “describa o represente actos sexuales reales o simulados con la intención explícita de excitar, provocar o satisfacer el deseo sexual de una persona”. A diferencia de versiones anteriores, el proyecto omite una cláusula clave: la exigencia de que el contenido sea utilizado “con fines de intimidación, amenazas o acoso”. Esto implica que cualquier difusión de contenido sexual podría considerarse delito, sin importar el contexto o la intención.
Así, la iniciativa legislativa socava el actual equilibrio entre la Primera Enmienda —que garantiza la libertad de expresión— y las restricciones sobre material obsceno. En su comunicado de prensa, el senador Lee afirmó que “la obscenidad no está protegida por la Constitución, pero definiciones legales vagas la han hecho ampliamente accesible y permitieron que llegara a los niños”. También indicó que la nueva definición “responde a las realidades de internet” y facilitará el bloqueo y castigo de quienes difundan dicho contenido.
Esta es la tercera vez que Lee intenta impulsar esta ley: ya la había presentado en 2022 y 2024. Sin embargo, ahora podría tener mayores posibilidades, en medio de una ola conservadora creciente, representada por el plan Project 2025 —una estrategia republicana para un eventual regreso de Trump a la Casa Blanca— que incluye como objetivo la eliminación de la industria pornográfica. Esta iniciativa ya ha generado preocupación entre trabajadores sexuales, quienes alertan sobre posibles represiones a gran escala.
El texto completo del proyecto de ley aún no está disponible en el sitio del Congreso, pero su borrador ya circula en medios conservadores como The Daily Caller. De aprobarse, la ley podría ilegalizar no solo los sitios pornográficos, sino también cualquier obra artística con contenido sexual, incluso si tiene valor cultural o artístico.
Este cambio semántico en la definición de “obscenidad” podría convertirse no solo en una anomalía jurídica, sino en el punto de partida de una censura a gran escala, donde el arte, la educación y la libertad personal podrían verse amenazados por el sistema penal.