Mientras todos debaten sobre la protección poscuántica, esta startup demuestra en la práctica cómo romperla en una hora.
La startup canadiense Nord Quantique se ha embarcado en una revolución cuántica: la empresa ha anunciado que pretende construir para el año 2031 un ordenador cuántico capaz de operar con más de mil cúbits lógicos. Si este plan se concreta, podría cambiar por completo el equilibrio de fuerzas en el ámbito de la computación de alto rendimiento e incluso hacer obsoletas las arquitecturas tradicionales.
Nord pone el énfasis en la compacidad y la eficiencia energética. Según sus estimaciones, sus dispositivos ocuparán solo unos 20 metros cuadrados y consumirán una fracción de la energía que requieren las configuraciones cuánticas actuales o los sistemas HPC. Para los centros de datos, donde cada kilovatio cuenta a nivel de ingeniería, esto resulta especialmente atractivo.
La clave de estas características radica en el uso del llamado esquema de codificación multimodal. Este se implementa mediante una técnica conocida como Tesseract code: en ella, una sola celda resonadora física puede representar varias modalidades cuánticas a la vez, lo que aumenta la resistencia a errores sin incrementar la complejidad física.
A diferencia de los enfoques que requieren miles de elementos físicos por cada cúbit lógico, el proyecto de Nord demuestra cómo lograr una corrección de errores confiable sin aumentar el tamaño ni depender de sistemas criogénicos complejos. Así se elimina una de las principales barreras para la adopción masiva de tecnologías cuánticas: los exigentes requisitos técnicos que impiden su expansión industrial.
Además, los ingenieros de la empresa destacan que su instalación no solo es más compacta que la de sus competidores, sino también mucho más fácil de integrar: sistemas de refrigeración simplificados, electrónica de control reducida y menores requisitos de infraestructura. En comparación con plataformas que ocupan entre mil y veinte mil metros cuadrados, su solución parece casi de escritorio.
Y no se trata solo de teoría. En pruebas experimentales, el sistema soportó 32 ciclos consecutivos de corrección de errores sin pérdida registrada de información cuántica. Es uno de los resultados más estables entre los esquemas conocidos que operan en esta clase.
La aplicación del código Tesseract en formato multimodal ha recibido valoraciones positivas en la comunidad científica. Según los expertos, este método de codificación de cúbits lógicos ofrece una ventaja real frente a los enfoques estándar, donde cada operación requiere un aislamiento estricto y control de múltiples parámetros.
Pero aún más significativas son las estimaciones de capacidad computacional: Nord afirma que su máquina podrá resolver el problema criptográfico RSA-830 en una hora, consumiendo solo 120 kWh de energía a una frecuencia de operación de 1 MHz. En comparación, los superordenadores convencionales necesitarían más de 280 000 kWh y nueve días de funcionamiento continuo para la misma tarea.
En ese mismo contexto, otras tecnologías cuánticas resultan menos convincentes: las plataformas fotónicas sufren de ruido y poca escalabilidad, las soluciones superconductoras requieren refrigeración extrema, y las trampas de iones o los átomos fríos pierden en velocidad. Incluso con un menor consumo energético —como en el caso de los átomos fríos (alrededor de 20 kWh)—, el tiempo de ejecución puede prolongarse durante meses.
Por supuesto, el enfoque de Nord también tiene posibles limitaciones. Para alcanzar los resultados descritos se utilizó una técnica de post-selección, en la que se descartaba más del 12% de los datos medidos en cada ciclo. Aunque esto permitió demostrar estabilidad, plantea dudas sobre cuán eficaz será el sistema con tareas reales sin filtrado previo.
En el mundo de la computación cuántica, precisamente el paso de los logros de laboratorio a la explotación industrial sigue siendo la parte más difícil de la ecuación. Incluso las demostraciones convincentes requieren validación bajo carga real y verificación independiente, especialmente cuando se habla de consumo energético, escalabilidad y robustez.
Sin embargo, este es un indicio claro del rumbo que podría tomar la industria: abandonar el crecimiento bruto de recursos físicos en favor de un trabajo más fino sobre la estructura interna del sistema. Si los resultados anunciados se confirman en pruebas independientes, la empresa no solo entrará en los libros de historia, sino que establecerá nuevos estándares en la ingeniería cuántica.