Si un ordenador convencional es una bicicleta, esto es un tren cuántico con autocorrección.
La mayor organización de investigación industrial del mundo —la corporación IBM— ha presentado un ambicioso plan para crear el primer ordenador cuántico a gran escala con corrección de errores. El nuevo proyecto, denominado IBM Quantum Starling, tiene como objetivo allanar el camino hacia el uso práctico de la computación cuántica antes de que finalice esta década. La compañía espera que este dispositivo marque un punto de inflexión comparable al surgimiento de las primeras máquinas digitales del siglo XX.
Starling será capaz de ejecutar circuitos cuánticos con más de 100 millones de compuertas lógicas, apoyándose en 200 cúbits lógicos —unidades estables de información cuántica protegidas contra errores. En comparación, los ordenadores cuánticos actuales manejan volúmenes mucho más modestos, y su estabilidad computacional está lejos del nivel necesario para tareas reales en la industria y la ciencia.
El proyecto se implementará en el nuevo centro IBM Quantum Data Center, en Poughkeepsie, estado de Nueva York, con fecha límite para 2029. Allí también se instalará la infraestructura de la próxima generación del sistema, que llevará el nombre IBM Quantum Blue Jay. Según la empresa, Blue Jay contará con 2000 cúbits lógicos y podrá ejecutar hasta mil millones de operaciones cuánticas —el equivalente cuántico de un superordenador de clase exaflops, pero con una arquitectura mucho más compleja.
La hoja de ruta cuántica actualizada de IBM, presentada en junio de 2025, define a Starling como el primer procesador cuántico funcional del mundo capaz de operar de forma estable bajo cargas elevadas. Según la empresa, simular completamente el estado de este sistema requeriría más memoria que la que pueden proporcionar 10⁴⁸ de los superordenadores más potentes del planeta. Una complejidad inalcanzable para las plataformas de computación clásica, incluso en teoría.
A diferencia de las máquinas cuánticas existentes, que ofrecen solo un acceso limitado y fragmentario a las propiedades internas de los cúbits, Starling promete una interacción completa con todo el espacio de estados cuánticos. Esto debería eliminar las limitaciones actuales relacionadas con la pérdida de precisión en la simulación de sistemas complejos.
Esta nueva tecnología también servirá como base para avances futuros. Ya este año, IBM planea iniciar las pruebas de la arquitectura Quantum Loon —un procesador experimental diseñado para probar componentes necesarios para implementar códigos qLDPC (quantum Low-Density Parity Check). Este método de corrección de errores permite la conexión de cúbits remotos mediante enlaces especiales a largas distancias.
La siguiente etapa será en 2026 con el lanzamiento del Quantum Kookaburra —el primer procesador modular que integra memoria cuántica y lógica en una sola unidad. Este componente será un bloque constructivo para desarrollar sistemas más complejos, incluidos los de múltiples chips. En 2027, la compañía presentará el Quantum Cockatoo —un módulo que conecta dos chips Kookaburra mediante los llamados enlaces L, creando así una estructura de computación en red.
De este modo, IBM no solo está creando chips potentes individuales, sino también la infraestructura necesaria para conectarlos en una red distribuida. Así será posible abordar tareas a gran escala que incluso el software clásico más potente no puede asumir actualmente —como la simulación de moléculas farmacéuticas o reacciones químicas con múltiples variables.
Uno de los principales desafíos en la computación cuántica es la inestabilidad de los cúbits. La mínima interferencia externa puede alterar el estado del sistema. Por eso IBM apuesta por los cúbits lógicos: se forman a partir de grupos de cúbits físicos y pueden no solo almacenar datos, sino también detectar errores de forma autónoma. La eficacia de estos esquemas depende directamente de cuán eficiente y estable sea el sistema de corrección.
Según los desarrolladores, la nueva arquitectura qLDPC reduce los costos operativos en casi un 90% en comparación con otros métodos comunes. Esto permite reducir el número de cúbits físicos necesarios para mantener uno lógico, acercando así la llegada de una nueva era cuántica.