Cómo Irán combate a Israel desde el interior de los smartphones.
En medio del agravamiento del conflicto con Israel y el rápido aumento de los ciberataques, las autoridades iraníes han comenzado una restricción masiva del acceso a internet para su propia población. Según afirman representantes de Teherán, esta medida es temporal y busca proteger al país de interferencias externas en el espacio digital. Sin embargo, las consecuencias de estas acciones ya han afectado a millones de ciudadanos que se han quedado sin conexión y sin acceso a servicios básicos en línea.
La noche del 17 de junio, Irán quedó completamente desconectado del internet global, según informó la televisión estatal citando a la portavoz del gobierno, Fateme Mohajerani. Según sus palabras, la reducción de velocidad y los cortes son medidas “dirigidas, temporales y controladas” necesarias para defenderse de los ciberataques. Esta declaración fue traducida automáticamente y no va acompañada de explicaciones técnicas detalladas.
El apagón se produce en medio de una grave escalada de tensiones tras los ataques aéreos lanzados por Israel sobre territorio iraní el 12 de junio, lo que provocó una ola de acusaciones mutuas y una escalada en el plano digital. Usuarios de todo el país informan que servicios básicos como mensajería, mapas e incluso el propio internet son inaccesibles. Según datos de Cloudflare, el 17 de junio los dos principales operadores móviles del país dejaron de transmitir tráfico casi por completo, y expertos de NetBlocks registraron una caída brusca de la actividad en internet a partir de las 17:30, hora de Teherán.
Además, el uso de VPN —durante mucho tiempo la vía habitual para eludir la censura en el país— se ha vuelto prácticamente imposible. Según informó The New York Times, la mayoría de los servicios de evasión populares están bloqueados o funcionan de forma inestable, y la capacidad interna de transmisión podría haberse reducido hasta en un 80 %, incluso dentro del segmento nacional de internet.
Paralelamente a las medidas técnicas, las autoridades han lanzado una campaña informativa contra plataformas populares. En particular, a los ciudadanos se les recomendó eliminar WhatsApp, que, según funcionarios iraníes, está siendo utilizado por Israel para espiar. No se presentaron pruebas de estas acusaciones, y la propia empresa rechazó categóricamente tales afirmaciones en declaraciones a la prensa. Al mismo tiempo, comenzaron a circular informes sobre el bloqueo de Telegram, otra de las aplicaciones de mensajería más utilizadas en el país.
En el plano internacional, la situación ha despertado inquietud. Israel reportó un aumento del 700 % en los ciberataques tras el 12 de junio. Se atribuyen las ofensivas a grupos de hackers vinculados al Estado iraní, que ya han estado implicados en operaciones contra Israel, Estados Unidos y países del Golfo Pérsico. A su vez, analistas estadounidenses advierten sobre posibles “efectos colaterales” de la guerra digital. En caso de intervención militar por parte de EE. UU., los grupos iraníes podrían comenzar a atacar infraestructuras críticas dentro del país, lo que ya se discute como un escenario plausible en círculos de seguridad nacional.
Dentro de Irán, pese a la desconexión del internet global, se planea mantener el acceso a la red nacional interna, gestionada por el Estado. Sin embargo, incluso en ese segmento se esperan restricciones significativas, lo que aísla aún más a la población de la información y del mundo exterior. Los acontecimientos de los últimos días demuestran cuán rápidamente el ciberespacio se convierte en un campo de batalla al mismo nivel que la realidad física, y cómo la limitación del internet dentro del país no es solo una herramienta de autodefensa, sino también un medio de control de la población frente a la creciente presión externa.