La idea de los años 40 vuelve a estar de moda.
Ingenieros chinos trabajan en el resurgimiento del concepto del «ala oblicua», ideado ya en los años 40. Se trata de una estructura con una única ala grande que puede girar alrededor del fuselaje como la hoja de unas tijeras.
Esquema de un portador de drones hipersónico con ala oblicua. Fuente SCMP
A bajas velocidades el ala se coloca perpendicular al fuselaje, lo que permite al avión despegar y aterrizar con normalidad. Al acelerar, gira hasta casi fundirse con el fuselaje, transformando la aeronave en una «flecha» hipersónica.
Los aviones convencionales se ven obligados a elegir: o alas anchas para generar sustentación a baja velocidad, o alas estrechas y barridas para reducir la resistencia a alta velocidad. Ya se intentó combinar ambas opciones —por ejemplo, en el F-14 y en el británico Tornado—. Sin embargo, esos mecanismos son complejos y pesados. En el «ala oblicua» sólo gira un plano, lo que parece más simple.
El problema en el pasado fue la estabilidad: el avión experimental AD-1 de la NASA en los años 70 resultó extremadamente difícil de controlar. Los ingenieros chinos modernos intentan resolver la cuestión con superordenadores, simulaciones de flujo y sistemas de inteligencia artificial. Al proyecto también se integran materiales «inteligentes» y sensores para controlar las cargas.
El avión experimental AD-1 de la NASA con ala oblicua durante un vuelo de pruebas. Fuente SCMP
La configuración prevé el uso de superficies horizontales delanteras (canards), planos de cola traseros y superficies activas para mantener la estabilidad durante el giro del ala. El proyecto no se considera únicamente investigador: si tiene éxito, podría tener aplicaciones militares.
Los escenarios incluyen la creación de una «nave nodriza» —un dron hipersónico capaz de acelerar hasta Mach 5 (unos 6 000 km/h) y volar a 30 km de altitud. Teóricamente, ese portador podría transportar hasta 16–18 vehículos no tripulados, soltarlos más allá de la línea de defensa enemiga y regresar.
Concepto de portador de drones hipersónico con ala oblicua. Fuente SCMP
No obstante, las barreras técnicas son enormes. La bisagra central del ala debe soportar colosales cargas de flexión y vibración. Al volar a Mach 5 el fuselaje se calienta por encima de 1 000 °C, mientras que en el interior permanece mucho más frío. La diferencia de temperatura amenaza con alterar la lubricación, provocar grietas y daños por fatiga.
Para minimizar riesgos, los ingenieros proyectan redundancia en los sistemas, monitorización de tensiones en tiempo real y mecanismos de emergencia capaces de bloquear el ala en una posición segura al instante. Según la South China Morning Post, se trata de diagnósticos a nivel de microsegundos y bloques de respaldo multinivel.
Si los ingenieros chinos logran superar estos desafíos, el proyecto será un verdadero «resucitar» de una idea que estuvo adelantada a su tiempo. Podría nacer una nueva clase de plataformas hipersónicas: de largo alcance, rápidas y casi invulnerables, capaces de desplegar un enjambre de drones para atacar sistemas de comunicaciones y mando y control.