Las lágrimas infantiles se han convertido en la moneda de los imperios de estafa. La inocencia se vende más cara que el bitcoin — el tráfico del dolor no se detiene

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Investigadores internacionales han destapado un negocio escandaloso en el que vidas jóvenes se convierten en oro digital.

Grupos criminales organizados en el Sudeste Asiático, conocidos por sus extensos esquemas de estafa «Pig Butchering» con criptomonedas y por estafas románticas, están implicados en una actividad aún más siniestra. Un nuevo estudio de la organización International Justice Mission (IJM) ha revelado un vínculo directo entre los grupos de estafa en Camboya, Myanmar y Laos y el aumento de los casos de chantaje sexual contra menores.

Estos centros de estafa funcionan como campos de trabajo forzado, donde decenas de miles de personas de distintos países son retenidas contra su voluntad y obligadas a engañar a víctimas en todo el mundo. Según la IJM, entre enero de 2022 y agosto de 2024 el Centro Nacional para Niños Desaparecidos y Explotados de EE. UU. (NCMEC) recibió más de un millón de informes sobre captación sexual en línea.

El análisis de más de tres millones de direcciones IP mostró que al menos 493 incidentes de chantaje sexual contra menores están vinculados a dispositivos dentro de 44 conocidas organizaciones de estafa. Además, alrededor de 18.000 informes contenían direcciones que ya habían sido registradas en esos lugares.

Los investigadores usaron no solo los datos del NCMEC, sino también identificadores publicitarios de dispositivos móviles, lo que permitió confirmar la conexión entre las ubicaciones de los centros de estafa y casos concretos de extorsión. Según los analistas, esta es la primera prueba contundente de que las estafas en línea con trabajo forzado en la región están entrelazadas con delitos sexuales contra niños. No obstante, la magnitud de la amenaza podría estar muy subestimada, dada la limitación de los datos disponibles y la concentración de los informes principalmente desde servicios estadounidenses.

El chantaje sexual suele seguir un patrón similar: los delincuentes, fingiendo ser conocidos atractivos en redes sociales, convencen a la víctima de compartir material íntimo y luego amenazan con difundirlo si no pagan. En los últimos años las víctimas son en su mayoría adolescentes, y aumenta el número de desenlaces trágicos, incluidos suicidios. Antes, este tipo de esquemas se vinculaba principalmente a bandas africanas, pero ahora se demuestra su integración directa en el modelo de negocio de las estructuras criminales asiáticas.

Expertos de Infoblox y otras organizaciones señalan que los centros de estafa diversifican activamente sus actividades criminales, incorporando no solo fraudes financieros, sino también el chantaje con el uso de deepfakes, malware y pornografía. Según los especialistas, son precisamente los centros regionales en la frontera entre Vietnam y Camboya los que originan las campañas de chantaje sexual contra jóvenes, y el uso de tecnologías de inteligencia artificial hace que la presión sobre las víctimas sea aún más destructiva.

A pesar de redadas policiales periódicas, arrestos, deportaciones y bloqueos de infraestructura, la red de esos campos sigue expandiéndose. Los delincuentes se aprovechan de conexiones corruptas, del débil cumplimiento de las leyes y de la facilidad que ofrecen las plataformas digitales para crear perfiles falsos y alojar recursos para atacar. Desde la IJM subrayan que mientras gobiernos y empresas tecnológicas sigan considerando la actividad de los centros de estafa exclusivamente como delitos financieros, las medidas efectivas seguirán siendo limitadas.

Ante las nuevas pruebas de implicación en delitos contra niños, la comunidad internacional tiene ahora la oportunidad de emplear herramientas adicionales para combatir estas redes.

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