De Leonardo da Vinci a la generación Z: las notas al margen estimulan la inteligencia desde hace 500 años.
En los últimos años en las plataformas TikTok e Instagram la lectura se ha convertido en una tendencia visual: los usuarios muestran libros bien presentados y, sobre todo, sus notas en los márgenes. Estas anotaciones, llamadas marginalia, a menudo cubren casi por completo las páginas con comentarios, subrayados con colores que combinan con la cubierta. Unos lo ven como una forma de comprender más profundamente el texto; otros, como una innecesaria distorsión del libro.
Las marginalia como fenómeno tienen una larga historia. Leonardo da Vinci dejó en sus manuscritos anotaciones sobre la naturaleza de la gravedad mucho antes de las publicaciones de Galileo Galilei, y estas observaciones se conservan en el Codex Arundel. Escritores del siglo XIX —por ejemplo, Herman Melville y Edgar Allan Poe— también son conocidos por sus notas en los márgenes, que se han convertido en una fuente valiosa para biógrafos. Autores contemporáneos mantienen la tradición: Ann Patchett, una de las figuras reconocidas de la prosa estadounidense actual, contó en una entrevista para Literary Hub cómo releía sus propias obras y dejaba comentarios en ellas. En 2020 preparó una edición especial de la novela "Tom Lake" con notas personales, que se subastó para apoyar a las librerías independientes. El éxito la impulsó a repetir la experiencia con la novela "Bel Canto".
Paralelamente, los investigadores estudian la influencia de la escritura en el funcionamiento del cerebro. Así, un estudio sobre la actividad eléctrica, publicado en la revista Frontiers in Psychology, mostró que el proceso de escribir a mano favorece una mejor retención y comprensión del texto. Maryanne Wolf, directora del Center for Dyslexia and Diversity in Learning de la Universidad de California, observó que las anotaciones ayudan a ir más allá de la idea del autor y a desarrollar una visión propia de lo leído. El lingüista turco Demet Yayli escribió en Journal of Language Learning and Teaching que, en la práctica de la enseñanza de la literatura de género, la lectura profunda con anotaciones desempeña un papel clave: desarrolla en los estudiantes la capacidad de interpretar el texto de forma autónoma y refuerza su "autonomía de aprendizaje".
Los estilos contemporáneos de anotación, que ganan popularidad entre los "booktokers" y los "book influencers", difieren mucho de los estándares académicos. Los expertos subrayan: si las anotaciones ayudan al lector, entonces están justificadas. Para unos supone subrayar cada réplica del personaje favorito; para otros, remarcar las escenas románticas. Los aficionados a las novelas románticas anotan activamente esos pasajes, y, según algunos lectores, encontrar en libros de segunda mano las marcas ajenas en los lugares de los besos es una experiencia casi íntima.
La cultura de las marginalia también se ha formado bajo la influencia de la cultura de masas. Por ejemplo, la imagen de Rory Gilmore en la serie "Gilmore Girls", que admiraba la caligrafía de las anotaciones de Jess Mariano, convirtió el hábito de hacer notas en parte de la imagen del "lector culto". La imitación de esa práctica suele convertirse en un hábito real de trabajar atentamente con el texto.
Y si los jóvenes lectores de hoy eligen marcadores, adhesivos, rotuladores y bolígrafos de gel a juego con la cubierta de la próxima novela fantástica, es solo una nueva manifestación de una tradición antigua. Las anotaciones en los márgenes no solo ayudan a comprender mejor la obra, sino también a crear una experiencia de lectura personal. Y aunque a veces las páginas del libro acaben llenas de firmas y notas, para sus autores eso se convierte en parte de un diálogo vivo con el texto.