No hay servicio móvil, por cable ni vía satélite.
Afganistán quedó completamente aislado del mundo exterior tras el apagón total de internet impuesto por las autoridades talibanes. La medida entró en vigor el lunes y continúa sin explicaciones ni plazos de finalización. Las consecuencias han sido devastadoras: han quedado paralizadas las operaciones bancarias, la educación en línea, el funcionamiento de los medios y las telecomunicaciones. Los principales nudos de transporte, incluido el aeropuerto principal del país, se han detenido en la práctica.
El aeropuerto internacional de Kabul estuvo casi vacío en las primeras horas del corte. Los vuelos dejaron de operar la noche del lunes. Los datos de Flightradar24 confirman la cancelación de varios vuelos, mientras el estado de la mayoría figuraba como "desconocido".
A los pasajeros se les informó que los vuelos no se reanudarían antes del jueves. Los residentes señalan que en la capital se mantiene una aparente calma externa, pero no hay comunicaciones dentro del país. Esto provoca rupturas en las cadenas de suministro y la interrupción de servicios habituales. Uno de los comerciantes de Kabul comparó la situación con una especie de "fiesta" forzada, cuando todo se paraliza.
También se registran fallos graves en el sector bancario. En Kabul las sucursales están abiertas, pero a los clientes solo se les entregan cantidades pequeñas, mientras que en varias provincias los bancos han dejado de funcionar por completo. El dinero no circula a través de los sistemas electrónicos y las casas de cambio no pueden realizar operaciones. Frente a los cajeros la gente intenta retirar los últimos fondos. Diplomáticos internacionales habían advertido con antelación que medidas así golpearían a toda la infraestructura financiera del país.
El acceso a internet se cortó de forma gradual: primero en las provincias y luego, la noche del lunes, también en la capital. Los habitantes de todo el país se encontraron la mañana del martes con un bloqueo total de las comunicaciones. Netblocks informó de un "apagón total de internet" que afectó tanto a las conexiones fijas como a las móviles.
La televisión por satélite también dejó de funcionar. Los periodistas en Kabul se vieron en una situación sin precedentes: para las entrevistas deben enviar equipos de grabación a las casas de los interlocutores, ya que las videollamadas no funcionan.
El corte fue especialmente duro para las mujeres y las jóvenes. Privadas del acceso a la educación presencial tras la llegada de los talibanes al poder en 2021, habían seguido formándose en línea, pero ahora también han perdido esa posibilidad. Se han suspendido las clases a distancia de idiomas y de especialidades médicas, incluido el que hasta entonces era el único formato autorizado: los cursos de obstetricia. Las estudiantes califican lo ocurrido como el fin de las últimas esperanzas de acceder a educación y empleo.
Las autoridades no han revelado oficialmente las razones de la medida. Anteriormente, representantes de la administración en Balkh afirmaron que el bloqueo de la fibra óptica estaba destinado a "combatir los vicios" y que en el futuro buscarían alternativas. El apagón de internet forma parte de una política cada vez más dura: recientemente se eliminaron de los programas universitarios libros escritos por mujeres, así como materias relacionadas con los derechos humanos y la lucha contra el acoso.
De ese modo, el país quedó no solo sin comunicaciones, sino también sin servicios críticos. Las agencias internacionales perdieron el contacto con sus corresponsales, la actividad empresarial se paralizó y la población en las provincias quedó totalmente aislada. En medio de estos hechos, la vida en Afganistán adquirió rasgos de un silencio impuesto, en el que incluso la comunicación por internet se volvió imposible.