¿Tienes un ratón gamer de alta gama? Enhorabuena: cualquiera puede escuchar tus conversaciones sin necesidad de un micrófono.

¿Tienes un ratón gamer de alta gama? Enhorabuena: cualquiera puede escuchar tus conversaciones sin necesidad de un micrófono.

Ya no basta con cubrir la webcam: ahora también habrá que tapar el sensor óptico del ratón.

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Los sensores de alta sensibilidad en ratones para juegos con una resolución de 20 000 DPI y una alta frecuencia de sondeo se utilizan para un control preciso en juegos dinámicos y en editores gráficos. Sin embargo, el equipo de la Universidad de California en Irvine demostró que esa sensibilidad puede desempeñar una función completamente distinta: captar las vibraciones acústicas de la voz que se transmiten a través de la superficie de la mesa y convertirlas en datos de voz con sentido.

El proyecto recibió el nombre «Mic-E-Mouse» (alusión a Mickey Mouse) y demostró la posibilidad de usar un ratón común como dispositivo para el espionaje acústico. El método se basa en el procesamiento de datos de bajo nivel que llegan directamente desde el sensor del ratón.

Cuando el «roedor» reposa sobre una mesa por la que se transmite la voz del hablante, su sensor óptico registra las mínimas oscilaciones de la superficie. Si en ese momento en el ordenador se ejecuta una aplicación con acceso a esos datos en crudo —no necesariamente maliciosa; basta con que tenga permisos legítimos para telemetría de alta frecuencia del ratón—, esas señales pueden recogerse y enviarse para su procesamiento.

Esa vulnerabilidad puede ser explotada incluso por programas habituales de juegos o de diseño, si en ellos se ha introducido un componente malicioso.

El algoritmo de trabajo incluye varias etapas. Primero se extraen los paquetes de movimiento sin procesar y se aíslan las oscilaciones correspondientes a las frecuencias del habla humana. Luego se aplica filtrado digital —en particular, el método de Wiener— para reducir el ruido y reforzar la señal de voz.

Después, los datos filtrados se introducen en un modelo de red neuronal que reconstruye la forma de onda de la voz. En las pruebas, este enfoque alcanzó una precisión de reconocimiento de palabras entre el 42 y el 61 por ciento —suficiente para comprender la idea principal de la conversación.

El método no requiere una instalación compleja de código malicioso ni acceso al micrófono. Si en un sistema comprometido existe cualquier aplicación que reciba actualizaciones frecuentes del ratón, basta con extraer esos datos y transmitirlos a un servidor remoto. No hay señales visibles de esta actividad y el usuario no sospecha que el dispositivo de entrada se está convirtiendo en una fuente de filtración.

Los autores subrayan que la vulnerabilidad por sí sola no es universal: se requieren ciertas condiciones, incluido el acceso al sistema y la instalación del software correspondiente. Sin embargo, incluso como concepto científico, este proyecto muestra nuevos riesgos relacionados con la privacidad acústica, especialmente en el contexto de la proliferación de sensores de alta precisión y la implantación masiva de la inteligencia artificial generativa.

Un escenario en el que un ratón de juego ordinario se transforma en una herramienta discreta para vigilancia parecía hasta hace poco improbable. Pero el trabajo experimental del equipo de la Universidad de California en Irvine demuestra que tales amenazas ya no pertenecen al terreno de la ficción.

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