Los cambios en las nubes del Ártico obligan a replantear todas las predicciones sobre el futuro del planeta.
Durante décadas, los climatólogos partieron de la suposición de que la capacidad de reflexión de la Tierra a ambos lados del ecuador —es decir, su albedo— era simétrica y estable. Pero los datos de los últimos años ponen en duda esa idea. El planeta sí se está oscureciendo, y esto es especialmente notable en el hemisferio norte.
El análisis de observaciones por satélite, realizado por el centro Langley de la NASA, mostró, que la simetría del albedo entre los hemisferios se está rompiendo. El estudio se basó en dos décadas de mediciones recopiladas por el sistema CERES —un conjunto de instrumentos a bordo de los satélites de la NASA y la NOAA.
Esos instrumentos registran parámetros de radiación y de nubosidad, lo que permite seguir cómo cambia la capacidad de reflexión de la superficie y de la atmósfera en el tiempo.
Desde 2000, ambas mitades del planeta muestran una reducción gradual del albedo, pero en el norte sucede con mayor rapidez y de forma más notable que en el sur.
El equipo del proyecto atribuye esto a varios factores vinculados con el cambio climático global. El deshielo de glaciares y la reducción de las capas de nieve, que tienen una alta capacidad de reflexión, reducen el albedo, sobre todo en las latitudes altas del hemisferio norte.
Además, la disminución de la concentración de aerosoles —en particular por los esfuerzos para limpiar la atmósfera de sustancias dañinas en los países desarrollados— reduce la formación de nubes, que antes actuaban como un espejo adicional que reflejaba la radiación solar.
En el hemisferio sur la situación es diferente: debido a grandes catástrofes naturales de los últimos años, incluidas las extensas incendios forestales en Australia y la erupción del volcán submarino de Tonga, la concentración de partículas de aerosol allí, por el contrario, ha aumentado. Esto favorece el incremento de la cubierta nubosa y, como consecuencia, aumenta temporalmente la capacidad de reflexión.
Normalmente las nubes compensan esas diferencias, devolviendo los balances del albedo a la simetría anterior. Sin embargo, en las observaciones actuales esto no ocurre. Según el responsable del estudio, la estructura de la nubosidad, contrariamente a lo esperado, no equilibra los cambios en curso, lo que hace la situación especialmente preocupante.
La capacidad de reflexión de la Tierra influye directamente en su balance energético. Cuanto menos luz solar se devuelve al espacio, más calor acumula la superficie, y eso acelera los procesos de calentamiento global.
Si la ruptura de la simetría se convierte en una tendencia persistente, las consecuencias climáticas pueden ser complejas e impredecibles. Esto afecta sobre todo a las regiones donde el albedo disminuye con mayor rapidez, lo que podría provocar cambios climáticos locales, incluida una alteración en la distribución de las precipitaciones.
El estudio fue posible gracias al largo funcionamiento del sistema CERES, en operación desde finales de la década de 1990. Las observaciones de alta precisión durante casi un cuarto de siglo permitieron no solo detectar la inusual asimetría, sino también sugerir posibles causas de su aparición.
Sin embargo, aún no está claro si esta tendencia permanecerá en el futuro, desaparecerá con nuevos procesos atmosféricos o, por el contrario, se convertirá en la nueva norma. Los científicos planean continuar observando los cambios en curso y aplicar al análisis modelos climáticos más detallados.
Mientras tanto, el propio programa CERES enfrenta limitaciones: sus recursos se agotan gradualmente y los nuevos lanzamientos están en duda. El siguiente satélite solo debe ser puesto en órbita en 2027, pero el destino futuro del programa depende de la financiación y de las prioridades de la NASA, que pueden cambiar por decisiones políticas.