¿Por qué ingenieros chinos idearon una alternativa al internet global?
A comienzos de la década de 2000 en China se propagaron rumores sobre el desarrollo de una nueva versión del protocolo de Internet —IPv9— que supuestamente debía reemplazar al obsoleto IPv4 y ser una alternativa al estándar internacional IPv6. Como recuerda XDA Developers, ya en los años 90 era evidente que los 4,3 mil millones de direcciones IPv4 se agotarían tarde o temprano, y fue eso lo que dio lugar a la creación de IPv6, publicado en 1998. Sin embargo, en China surgió menos de una década después un proyecto propio de «Internet de nueva generación»: IPv9.
La situación generó confusión de inmediato. El 1 de abril de 1994, IETF publicó un documento en tono de broma, RFC 1606, titulado A Historical Perspective On The Usage Of IP Version 9. Muchos especialistas al principio pensaron que las noticias chinas sobre un «IPv9 real» eran solo una referencia a ese viejo documento de April Fools. En él se describían con ironía, entre otras cosas, «pacientes a los que se les ‘hervía la sangre’ por las tormentas de difusión» y las obligatorias «sombreros con antenas satelitales».
Incluso Vint Cerf, a quien se considera uno de los «padres de Internet», quedó desconcertado. En una carta a ingenieros chinos de Internet escribió: «Que yo sepa, IANA no ha asignado a nadie la designación IPv9. No es un estándar de Internet. ¿Podrían explicar a qué se refieren exactamente?».
Más tarde se supo que la idea principal venía del ingeniero Xie Jianping del Instituto de Ingeniería Química de Shanghái. Decidió revivir experimentos olvidados de finales de los 80, cuando existió el proyecto RFC 1347 llamado TUBA (TCP and UDP with Bigger Addresses), un intento temprano de crear un protocolo con direcciones más largas, precursor de IPv6.
En 2001 China creó el Decimal Network Standard Working Group y encargó a Xie Jianping desarrollar un protocolo propio con «propiedad intelectual china». El objetivo era crear un espacio de direcciones IPv9 y un sistema numérico de nombres de dominio. Ya en 2003 surgieron las primeras patentes, incluyendo un dispositivo «router IPv9 de nueva generación» (CN2591884Y). En 2004 los medios internacionales hablaron del proyecto tras el anuncio de que IPv9 «había sido introducido en el uso civil y comercial».
Sin embargo, los institutos académicos chinos no se apresuraron a reconocer el éxito. El profesor Hualin Qian de la Academia de Ciencias de China afirmó que IPv9 era «un proyecto de investigación con serias limitaciones prácticas» y que «nadie en Shanghái lo había implementado realmente». No obstante, en 2007 el Ministerio de Industria de la Información de la RPC definió a IPv9 como “Internet de nueva generación”.
El proyecto suscitó escepticismo dentro y fuera de China. Xie Jianping incluso demandó a un periodista y a la empresa Tencent, acusándolos de infringir sus patentes y de difamación. Ambos casos terminaron en su contra.
El principal incentivo del proyecto fue la cuestión de la soberanía digital. A principios de los 2000, de los 13 servidores raíz DNS, diez estaban en Estados Unidos, dos en Europa y uno en Japón. Eso preocupaba a los investigadores chinos, que temían una influencia excesiva de Estados Unidos sobre Internet global. De ahí provino la idea de crear un sistema propio de direcciones, independiente de IANA e ICANN, las organizaciones sin fines de lucro estadounidenses que gestionan el espacio de direcciones IP. Un motivo similar, señala XDA, llevó más tarde a que la organización internacional RISC-V se registrara en la neutral Suiza.
Los detalles técnicos de IPv9 permanecieron durante mucho tiempo enigmáticos. Se sabe que, a diferencia de las direcciones hexadecimales de IPv6, el nuevo protocolo empleaba un sistema puramente decimal y admitía direcciones de hasta 2048 bits. En comparación, IPv6 se limita a 128 bits. Los desarrolladores aseguraban que eso haría la asignación de direcciones «más comprensible» para los usuarios, por analogía con los números telefónicos. En la práctica, recordar un número de 20 dígitos resultó no ser más fácil que una cadena de símbolos hexadecimales.
Otra característica de IPv9 fue la idea de un sistema numérico de nombres de dominio, donde los sitios se abrirían mediante conjuntos de dígitos. Para ello se empleaba una red propia de servidores raíz IPv9 que redirigía las consultas numéricas y las asociaba a direcciones IPv4/IPv6. Sin embargo, su funcionamiento requería la instalación de complementos y el cambio de servidores DNS —lo que medios chinos como NetEase compararon con un “secuestro de consultas DNS”.
Posteriormente, en 2018, el vicepresidente de la empresa pekinesa Shenzhou Tiancai Technology, Lu Peide, afirmó que IPv9 podía aplicarse en sectores y regiones concretas, incluyendo funciones integradas de geolocalización y clasificación de empresas. En 2019, investigadores de Bielorrusia —Wang Yubian y Yuri Shebzukhov— escribieron que IPv9 permite «hacer redes independientes del Internet estadounidense, pero compatibles con él».
No obstante, ningún software o sistema operativo importante soporta IPv9. El proyecto quedó como un experimento a nivel de laboratorios y patentes. Tras 2017, el gobierno chino se centró en acelerar la adopción de IPv6: el plan nacional fijó la meta de convertir a China en líder mundial en IPv6 para 2025. A los operadores de telecomunicaciones ya se les prohíbe desplegar nuevo equipo NAT44 —toda la atención está puesta en el protocolo moderno.
Según expertos, IPv9 fue desde el inicio más un proyecto político que técnico. Planteaba cuestiones sobre el control de la infraestructura, la distribución de la autoridad DNS y la independencia digital, aunque la mayoría de esos problemas se resolvieron con la evolución misma de Internet. Tras la transferencia del control de ICANN a la comunidad mundial en 2016 y el desarrollo de redes Anycast que distribuyen los servidores raíz por todo el mundo, la necesidad de una arquitectura alternativa desapareció. Nuevas iniciativas como Yeti-DNS ya permiten a los países construir nodos DNS soberanos sin salirse de los estándares comunes.
Al final, IPv9 permaneció como una curiosidad histórica y un símbolo de la lucha por la soberanía digital. Como concluye XDA, el camino real de Internet ahora pasa por el desarrollo de IPv6 y por nuevas iniciativas internacionales como el proyecto chino New IP de Huawei, que provocó reacciones encontradas pero ya fue reconocido en la comunidad científica como un intento de abordar «problemas reales del Internet moderno».