¿Por qué Washington quiere controlar Pegasus, si hasta hace poco lo condenaba públicamente por espionaje?
La empresa israelí NSO Group, desarrolladora del conocido software espía Pegasus, pasó recientemente bajo el control de inversores estadounidenses. Un portavoz de la firma dijo que la nueva financiación alcanzó decenas de millones de dólares y confirmó la transferencia del paquete accionarial de control. Según el artículo de Calcalist, el productor de Hollywood Robert Simonds desempeñó un papel clave en la operación; anteriormente ya había intentado comprar la empresa.
No se divulgan detalles sobre la composición de los inversores ni la suma exacta del acuerdo. En NSO destacan que la operación no afecta la jurisdicción ni la supervisión: la sede de la empresa sigue en Israel y la compañía continúa sometida a los reguladores locales, incluido el Ministerio de Defensa. No obstante, Calcalist señala que el cofundador y presidente del consejo, Omri Lavie, dejará la empresa como parte de la reestructuración de su dirección. No se habían recibido comentarios de su parte ni del grupo de inversores en el momento de la publicación.
Los intentos previos de Simonds y su socio comercial por adquirir NSO a través de su propia estructura de inversión no tuvieron éxito. Esta vez la compra se concretó en medio de la continua campaña contra Pegasus, convertido en símbolo de los abusos en el ámbito de la vigilancia digital.
Organizaciones como Citizen Lab y Amnistía Internacional documentaron durante muchos años casos de espionaje contra periodistas, defensores de derechos humanos y opositores mediante este software. Las víctimas de los ataques fueron ciudadanos en Hungría, India, Marruecos, Polonia, Arabia Saudita, México, Emiratos Árabes Unidos y otros países.
En 2021 se supo que NSO había utilizado Pegasus para hackear dispositivos de empleados de agencias estadounidenses en el extranjero. Tras ello, el Departamento de Comercio de EE. UU. incluyó a la empresa en la llamada Lista de entidades, que prohíbe a las empresas estadounidenses hacer negocios con ella. Desde entonces, NSO ha hecho todo lo posible para levantar las sanciones, incluso mediante lobistas vinculados con la antigua administración de Trump.
Según John Scott-Railton, investigador sénior de Citizen Lab, la participación de Simonds suscita preocupación. Recordó los intentos de NSO por entrar en el mercado estadounidense y ofrecer sus tecnologías a departamentos de policía locales, pese a las contradicciones con las normas legales estadounidenses. Según Scott-Railton, la transferencia de control a una persona no vinculada con la protección de los derechos humanos puede aumentar el riesgo de que Pegasus vuelva a usarse contra la sociedad civil.
La historia de los propietarios de NSO es extensa: tras su fundación por un grupo de tres empresarios, la compañía fue comprada por la firma de inversión estadounidense Francisco Partners en 2014. En 2019, Lavie y su socio recuperaron el control con la participación del fondo europeo Novalpina, y más tarde la gestión de los activos pasó a un grupo consultor de California. Durante los últimos dos años, Lavie volvió a figurar como propietario mayoritario, hasta ceder esa posición en el marco del nuevo acuerdo.