La comida en polvo en las oficinas resulta más peligrosa que la comida rápida
La revista estadounidense Consumer Reports publicó una investigación que mostró que las populares bebidas sustitutivas de la comida contienen dosis peligrosamente altas de metales pesados — entre ellos plomo y cadmio. Especialmente contaminado resultó el polvo Huel Black Edition, muy apreciado entre los programadores de Silicon Valley.
Según Consumer Reports, una porción de Huel Black Edition contiene 6,3 microgramos de plomo — aproximadamente 13 veces el límite diario recomendado, y supera en más del doble el nivel permitido de cadmio. Al mismo tiempo, la FDA enfatiza que no existe una dosis segura de plomo: la exposición crónica puede provocar insuficiencia renal, hipertensión y alteraciones cognitivas.
Un estudio de revisión médica relaciona la exposición prolongada al plomo con un mayor riesgo de anemia, infertilidad masculina y daños en el sistema nervioso. El cadmio, según los científicos, se acumula en los tejidos y con el tiempo aumenta la probabilidad de desarrollar trastornos neurológicos.
La ironía es que bebidas como Huel y Soylent se han convertido desde hace tiempo en un símbolo de la «vida eficiente» en las startups. Las beben programadores y fundadores de empresas tecnológicas para no perder tiempo en comer: agitas el polvo, lo bebes y vuelves al portátil. En una cultura que valora el trabajo continuo y la «optimización de todo», estas mezclas han sustituido las comidas habituales.
Sin embargo, los investigadores señalan que detrás de la comodidad se esconden riesgos reales. Los programadores, convertidos en «monjes digitales», consumen a diario sustancias que con el tiempo pueden reducir las capacidades cognitivas — ese mismo recurso del que depende directamente su trabajo.
La FDA recuerda que para los adultos no existe un nivel seguro de plomo, y su acumulación en el organismo puede durar años. Incluso dosis bajas, con consumo regular, pueden dañar las células del cerebro y alterar el metabolismo.
La periodista y escritora Joan Westenberg llama a estas bebidas un símbolo de la arrogancia de la cultura tecnológica. Según ella, «creer que el código y una fórmula pueden optimizar el cuerpo es solo una ilusión de control sobre el caos de la biología».
Westenberg señala que el empeño por simplificar la vida hasta reducirla a un conjunto de «datos de entrada» es un rasgo típico del tecnooptimismo, pero es precisamente eso lo que hace a las personas vulnerables. «La tecnología no puede eliminar la propia naturaleza de la existencia humana — con su cansancio, hambre y limitaciones», escribe.
Así, el símbolo de la productividad racional de Silicon Valley resultó ser una fuente de envenenamiento sistémico. Para quienes sustituyeron la comida por polvo en busca de eficiencia, la realidad ha resultado mucho menos estéril que la pantalla del portátil.