Una pareja se dio cuenta de que los habían dejado en la ruina sólo cuando los "presuntos empleados del Ministerio de Finanzas" dejaron de contestar el teléfono.

Una pareja de ancianos de la ciudad canadiense de Brantford, provincia de Ontario, perdió todos sus ahorros después de creer en un mensaje falso sobre el hackeo de cuentas bancarias. Según las víctimas, todo comenzó esta primavera con una ventana emergente alarmante en la pantalla del portátil que no se podía cerrar. El mensaje afirmaba que su dispositivo estaba infectado y ofrecía un número de teléfono para ponerse en contacto con el «servicio de soporte». Al llamar al número indicado, la pareja cayó en manos de estafadores experimentados que les convencieron de que sus cuentas bancarias y su número de seguro (SIN) supuestamente eran utilizados por una organización criminal para blanquear dinero, traficar con personas y distribuir pornografía.
Los delincuentes actuaron de forma sistemática y metódica. Durante cinco meses llamaban a las víctimas diariamente, haciéndose pasar por empleados de distintos organismos —desde el Centro Canadiense de Lucha contra el Fraude hasta el Ministerio de Finanzas. Con el pretexto de proteger los fondos de los hackers, los estafadores convencieron a los pensionistas de retirar el dinero de sus cuentas y entregarlo «a custodia» para supuestamente conservar pruebas para la «investigación».
A las víctimas les decían que el sistema bancario no era fiable, por lo que era necesario convertir los ahorros en oro y criptomonedas. Siguiendo las instrucciones, la pareja compró lingotes de oro por 900.000 dólares y depositó otros 101.990 dólares en terminales de Bitcoin. La suma total de las pérdidas ascendió a 1.010.990 dólares. Incluso cuando su asesor financiero les advirtió directamente sobre el posible fraude, la pareja aseguró que estaba realizando la inversión por iniciativa propia.
Cuando a la pareja se le acabaron los fondos, los delincuentes dejaron de comunicarse. Solo entonces las personas mayores se dieron cuenta de que habían sido víctimas de una estafa. Reconocieron que, tras meses de contacto, habían llegado a creer en la autenticidad de lo ocurrido: los estafadores forjaron una relación de confianza, actuaron con convicción y utilizaron presión psicológica.
Ahora la familia está completamente arruinada y no tiene posibilidades de recuperar el dinero. En su pérdida no están solo los ahorros de toda la vida, sino también la herencia y los fondos procedentes de la venta de la casa. Además, la pareja tendrá que pagar más de 100.000 dólares en impuestos, ya que retiraron en efectivo los ahorros de su pensión.
El presidente de la Asociación Canadiense de Ciudadanos Mayores (CARP), Anthony Quinn, declaró que historias así ocurren cada vez con más frecuencia y pidió a los bancos que protejan con mayor activismo a los clientes mayores frente a este tipo de esquemas. Subrayó que ninguna institución pública ni organismo investigador solicita a los ciudadanos que transfieran fondos, compren oro o criptomonedas como parte de «investigaciones oficiales». Quinn señaló que el sistema bancario debe desarrollar una infraestructura capaz de detectar estos casos en una etapa temprana y evitar pérdidas catastróficas de clientes confiados.