¿Es ético prolongar la gestación fuera del cuerpo de la madre? El proyecto AquaWomb polariza a la sociedad

¿Es ético prolongar la gestación fuera del cuerpo de la madre? El proyecto AquaWomb polariza a la sociedad

Mientras unos ven una revolución en la medicina, otros la consideran una amenaza para la propia idea de ser padres.

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Científicos e ingenieros de todo el mundo continúan desarrollando una tecnología que podría cambiar por completo el enfoque del cuidado de los recién nacidos extremadamente prematuros. Uno de los proyectos más prometedores en este campo es la tecnología de útero artificial llamada AquaWomb. Su objetivo es dar a esos niños un tiempo adicional para desarrollarse, que no pudieron pasar en el útero materno.

El desarrollo crea condiciones lo más cercanas posible a las intrauterinas. En el centro de la estructura hay un recipiente hermético, similar a un acuario, lleno de un líquido amniótico sintético. En su interior hay una bolsa doble: la interna es elástica y se adapta al crecimiento del feto, y la externa es más rígida, capaz de imitar la resistencia de las paredes uterinas. La temperatura del líquido se mantiene a un nivel ligeramente superior a la temperatura corporal, y el sistema de circulación filtra y renueva el líquido, como ocurre en el organismo.

Uno de los elementos más complejos es reemplazar la función de los pulmones, ya que en los bebés nacidos entre las 22 y las 24 semanas esos órganos aún no son capaces de funcionar. La solución consiste en conectar una placenta artificial, un dispositivo especial que, mediante catéteres, elimina el dióxido de carbono y suministra oxígeno y nutrientes. Todas las maniobras se realizan de manera que el feto no comience a respirar aire, de lo contrario el proceso se vuelve irreversible.

El desarrollo se lleva a cabo con un alto grado de precaución. La empresa AquaWomb, con sede en los Países Bajos, subraya que su prototipo no está destinado a sustituir el embarazo, sino únicamente a prolongar el periodo intrauterino en caso de partos prematuros. A pesar de sus amplias perspectivas, la tecnología plantea algunas cuestiones éticas. Los críticos temen que su implementación pueda afectar la percepción de la parentalidad, los límites de la viabilidad y el derecho a elegir.

La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA) ya ha discutido la posibilidad de llevar a cabo ensayos clínicos con recién nacidos; sin embargo, las fechas de inicio de esas investigaciones aún son desconocidas. Mientras tanto, el proyecto atrae un financiamiento significativo: solo Vitara Biomedical, que obtuvo la licencia de la tecnología de útero artificial de un hospital en Filadelfia, ha reunido más de 125 millones de dólares en inversiones.

Además de los retos científicos y médicos, los investigadores prestan atención al aspecto psicológico. Los desarrolladores buscan prever la posibilidad de interacción de los padres con el niño, incluso cuando se encuentra en un útero artificial. Uno de los prototipos está provisto de puertos para el tacto y de un sistema acústico integrado, que permite transmitir en el interior voces y sonidos de tono similar a los que escucha el feto en un útero real.

Esta tecnología ya se discute no solo en los laboratorios, sino también en comunidades de padres que han sufrido la pérdida de bebés prematuros. Muchos de ellos se plantean preguntas: ¿podría un sistema así haber salvado a su hijo? ¿Debería haberse utilizado? ¿O solo habría prolongado el sufrimiento del bebé? Por ahora esas cuestiones quedan sin respuesta, pero hay una cosa clara: tecnologías como AquaWomb cambiarán no solo la neonatología, sino también las concepciones sobre el inicio de la vida y la responsabilidad parental.

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