Crisis cervecera estalla justo antes del frenesí de Año Nuevo.

Justo en pleno apogeo de la temporada de cenas corporativas, cuando Japón se prepara para las fiestas masivas bonenkai, la empresa Asahi se enfrentó a una crisis: tras un potente ataque de ransomware sus sistemas internos siguen paralizados. El incidente ocurrió el 29 de septiembre y el grupo Qilin se responsabilizó por el ataque.
Ha pasado ya más de un mes, pero la infraestructura de TI aún no se ha restablecido. Las capacidades de producción y distribución funcionan solo a una décima parte del volumen habitual. Los pedidos deben procesarse manualmente — por teléfono, en persona o incluso por fax — lo que convierte el trabajo del personal en un proceso de otra época. Para el gigante cervecero japonés esto es especialmente doloroso, ya que el fin de año es tradicionalmente el periodo más rentable, cuando restaurantes y bares piden cerveza por toneladas.
El caso de Asahi no fue aislado: un ataque similar contra el proveedor de oficinas Askul provocó fallos en grandes cadenas minoristas y la fuga de datos de clientes, recordando de nuevo cuán vulnerables siguen siendo las cadenas de suministro. Los rivales se aprovecharon rápidamente del problema — Kirin, Suntory y Sapporo ocuparon activamente los nichos liberados, ofreciendo a los bares nuevos grifos de cerveza, frigoríficos y cristalería.
Los analistas advierten que una parada prolongada puede afectar seriamente los resultados financieros de Asahi. En octubre Kirin ya la superó en volumen de ventas minoristas, principalmente gracias a la popularidad de la marca Ichiban Shibori. En las tiendas 7-Eleven y FamilyMart Asahi está disponible solo en cantidades limitadas, y las cajas de cerveza se agotan casi al instante. Para Japón, donde la cerveza es parte del código cultural, los estantes vacíos se perciben como un fracaso nacional.
La firma de inversión Bernstein recortó su previsión de beneficio para Asahi del cuarto trimestre, esperando una pérdida de 15.000 millones de yenes (~97 millones de dólares). Entre las razones están los gastos de marketing para restaurar la reputación y recuperar clientes, así como los retrasos en el procesamiento de datos financieros. Según su estimación, la compañía podría no cumplir el plan anual en un 13%. Además, Asahi pospuso la publicación del informe trimestral, alegando la imposibilidad de cerrar correctamente la contabilidad debido a las consecuencias del ciberataque.
La naturaleza de la infraestructura corporativa resultó especialmente vulnerable: en los últimos años Asahi adquirió activamente empresas extranjeras, y sus sistemas de TI eran una mezcla heterogénea de plataformas. Justo en el momento del ataque se estaba migrando a un entorno digital unificado, lo que complicó enormemente la recuperación y alargó el proceso de mitigación de consecuencias.
A pesar de la magnitud de la catástrofe, Asahi conserva socios leales. El propietario del bar tradicional de Tokio Bier Reise '98, Kohei Matsuo, declaró que no tiene intención de cambiar de proveedor y confía en la recuperación de la marca. El destino de Asahi ahora depende no solo de la recuperación técnica de los servidores, sino también de la capacidad de recuperar la confianza de los clientes y las posiciones perdidas en uno de los mercados cerveceros más competitivos del mundo.