¿86 mil millones de euros a la basura? Por qué la UE está perdiendo la carrera de los microchips

¿86 mil millones de euros a la basura? Por qué la UE está perdiendo la carrera de los microchips

Los sueños de un futuro brillante se estrellaron contra un nuevo informe del Tribunal de Cuentas.

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El Tribunal de Cuentas Europeo ha publicado un informe especial que pone en duda los ambiciosos planes de la Unión Europea en el ámbito de la producción de microchips. Según las conclusiones de los auditores, el programa European Chips Act no logrará su objetivo declarado: alcanzar el 20% del mercado mundial de semiconductores para el año 2030.

A pesar de ciertos logros de la Comisión Europea en la implementación de su estrategia, el ritmo de desarrollo del sector está muy por debajo de lo previsto. Los principales obstáculos han sido la fragmentación de la financiación y el volumen insuficiente de inversiones para el desarrollo a gran escala de la industria.

La jefa de la auditoría, Annemie Turtelboom, subrayó la importancia estratégica del sector de los semiconductores para la industria moderna. Según sus palabras, a finales de la década, cada automóvil tendrá instalados más de tres mil microchips. Para alcanzar la cuota de mercado declarada, la UE necesita cuadruplicar su capacidad de producción, pero el ritmo actual de crecimiento está lejos de los niveles requeridos.

Las propias previsiones de la Comisión Europea son mucho más modestas que sus metas iniciales: para 2030, la cuota de los fabricantes europeos en el mercado global alcanzará solo el 11,7%, frente al 9,8% de 2022. Aunque en términos absolutos la producción de microchips en la UE está creciendo, otras regiones avanzan a un ritmo mucho más acelerado tanto en fabricación como en desarrollo de nuevas tecnologías.

Si se observan los detalles, los expertos identificaron cuatro problemas clave en la implementación del programa. En primer lugar, los objetivos iniciales resultaron ser excesivamente ambiciosos. Según Turtelboom, el retraso con respecto a las metas podría afectar negativamente la reputación de la UE como actor serio en el escenario global. En segundo lugar, el programa no tiene en cuenta el desarrollo dinámico de sus competidores: mientras Europa intenta alcanzar a China, Corea del Sur, Taiwán y Japón, estos países continúan ampliando su potencial tecnológico.

Los volúmenes de financiación europea, aunque impresionantes a primera vista, palidecen frente a las inversiones de gigantes de la industria como TSMC y Samsung. Además, la distribución de los fondos es extremadamente desigual: la Comisión Europea controla solo 4.500 millones de euros, lo que representa alrededor del 5% del total de 86 mil millones asignados para el desarrollo del sector hasta 2030. El resto proviene de los Estados miembros individuales.

La descentralización crea dificultades adicionales en la coordinación de esfuerzos. Los gobiernos nacionales no están obligados a informar sobre el progreso de los proyectos, lo que complica el monitoreo general del programa. “Es crucial comprender la situación actual al avanzar hacia el objetivo marcado”, subraya Turtelboom. Como resultado, la mayor parte de las inversiones se concentra en unos pocos países más ricos, como Alemania.

Una fuente especial de preocupación es la práctica de asignar grandes subsidios a los mayores fabricantes mundiales. Un ejemplo ilustrativo es Intel. Debido a sus propios problemas financieros, la empresa suspendió recientemente la ejecución de dos importantes proyectos en Europa: la construcción de una planta de obleas de semiconductores en Magdeburgo (Alemania) y una instalación para ensamblaje y pruebas de chips en Breslavia (Polonia).

El vicepresidente de la consultora Gartner, Gaurav Gupta, también señala un conjunto de factores que frenan el desarrollo del sector en Europa. Entre ellos: el alto coste de establecer nuevas fábricas, la ausencia de empresas líderes locales en microelectrónica (los principales actores están en EE. UU. y Asia) y las condiciones más atractivas en otras regiones del mundo. Además, en la UE no hay grandes consumidores de microchips avanzados: su industria está centrada en los sectores automotriz e industrial, que no requieren los semiconductores más modernos. La situación se agrava por los complejos requisitos regulatorios para las empresas que planean instalar fábricas en la UE.

Sin embargo, el experto también destaca las ventajas significativas de Europa: el centro de investigación líder IMEC, el fabricante de equipos de litografía ASML y sólidas posiciones en el segmento de microchips discretos y analógicos gracias a empresas como STM, NXP e Infineon. No obstante, nuevamente, este potencial no se está desarrollando adecuadamente debido a la falta de una estrategia integral y de una posición coordinada entre los Estados miembros.

El Tribunal de Cuentas Europeo recomienda a la Comisión Europea que reevalúe urgentemente la estrategia vigente y adopte las medidas correctivas necesarias. Los auditores también instan a acelerar el desarrollo de un nuevo programa para el sector de los semiconductores con objetivos más realistas y plazos definidos, teniendo en cuenta tanto los éxitos como los fracasos de las iniciativas anteriores. Algunos fabricantes europeos ya han expresado su apoyo a una versión actualizada del programa —“Chips Act 2.0”— que ofrezca un respaldo más integral a todos los participantes.

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