Ahora también se puede “quedarse dormido” en la Luna: la NASA decidió que nuestro satélite necesita su propio huso horario

Ahora también se puede “quedarse dormido” en la Luna: la NASA decidió que nuestro satélite necesita su propio huso horario

Cómo los relojes atómicos cambiarán la navegación, las comunicaciones y la seguridad de las misiones.

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¿Cuándo es mediodía en la Luna? Esta pregunta, que podría parecer simple, pronto tendrá una base científica. El 29 de abril, el Comité de Ciencia, Espacio y Tecnología de la Cámara de Representantes de EE. UU. aprobó un proyecto de ley para estandarizar el tiempo en cuerpos celestes. La NASA recibió el encargo de crear un sistema unificado de Tiempo Coordinado Lunar (LTC), que estará sincronizado con el Tiempo Universal Coordinado (UTC) terrestre, pero tendrá en cuenta las particularidades de la gravedad en el satélite de la Tierra. Tras una votación oral en el comité, el documento será sometido a consideración del pleno de la Cámara.

Lo que antes parecía ciencia ficción se ha convertido en una necesidad urgente: el programa Artemisa se prepara para asegurar una presencia humana permanente en el satélite de la Tierra en las próximas décadas. Sin embargo, los científicos se enfrentaron a un problema inesperado al desarrollar el plan: debido a una gravedad más débil, el tiempo fluye de forma ligeramente distinta allí.

La teoría de la relatividad indica que un día lunar adelanta al terrestre en 58,7 microsegundos. En la vida cotidiana, esta diferencia pasa desapercibida, pero en navegación y comunicaciones espaciales resulta crucial. Cheryl Gramling, jefa de proyectos de posicionamiento lunar de la NASA, explicó en septiembre de 2024 la importancia de esta diferencia para la navegación espacial:

“Imaginen a un astronauta en una órbita lunar. Si un observador en la Tierra no tiene en cuenta los efectos de la relatividad, al cabo de un día se equivocará en los cálculos de su posición por una distancia equivalente a 168 campos de fútbol.”

Por supuesto, la NASA no trabajará sola: se sumarán organizaciones internacionales, institutos científicos y empresas privadas. Les espera una tarea compleja: los relojes lunares deben no solo estar sincronizados con los terrestres, sino también ofrecer precisión suficiente para las misiones espaciales más complejas. Además, el sistema deberá seguir funcionando incluso en caso de pérdida de comunicación con la Tierra, y en el futuro podrá adaptarse a otros planetas, incluido Marte.

Los primeros pasos ya se han dado: la Casa Blanca emitió la orden correspondiente en abril. El papel principal en el proyecto lo desempeña la división de Comunicaciones y Navegación Espacial (SCaN) de la NASA. El tiempo lunar se medirá mediante una red de relojes atómicos, que se colocarán tanto en la superficie del satélite como en su órbita. Estos instrumentos de alta precisión son capaces de registrar los intervalos temporales más mínimos. Un ordenador en la Tierra calculará el promedio de todas las lecturas de los cronómetros, lo que permitirá determinar con máxima exactitud las horas y minutos en cualquier punto del espacio lunar.

Legisladores de ambos partidos apoyaron unánimemente el proyecto, como lo confirmaron las recientes audiencias en el Senado. Llamó especialmente la atención la intervención de Jared Isaacman, candidato a la dirección de la NASA. Al responder sobre las prioridades estratégicas de la agencia, subrayó:

“No necesitamos elegir entre la Luna y Marte ni decidir a dónde ir primero.”

“El señor Isaacman es fiel a nuestra estrategia: duplicar los sistemas de aterrizaje, utilizar cohetes pesados y volver a la Luna lo antes posible”, comentó la senadora Maria Cantwell.

En el pasado, durante las expediciones lunares, los científicos simplemente medían cuánto tiempo había pasado desde el inicio del vuelo. Pero ahora que la NASA, otras agencias espaciales y empresas privadas se preparan para establecerse en el satélite por un largo tiempo, se hace necesaria una hora unificada, de la que depende la seguridad y la coordinación de todas las operaciones. Y mientras el programa Artemisa cobra impulso y las compañías privadas se suman a la carrera espacial, un reloj lunar común para todos podría convertirse en símbolo de una nueva etapa en la conquista del cosmos.

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