De la creatividad a la cerveza: un nuevo capítulo en la batalla entre profesionales y máquinas.
Un importante concurso de cerveza artesanal en Canadá se vio envuelto en un escándalo tras la introducción inesperada de inteligencia artificial en el proceso de evaluación de bebidas. La decisión de conectar algoritmos sin notificación previa provocó un fuerte rechazo entre los jueces y representantes de la comunidad cervecera, que consideraron que esto intervenía en el delicado proceso de degustación.
La IA evaluaba las mismas muestras que los jueces, usando datos acumulados de concursos anteriores —sus puntuaciones, notas sobre sabor y aroma, así como grabaciones de audio de las deliberaciones. Estos materiales sirvieron de base para el algoritmo, destinado a imitar el proceso de degustación humano.
Sin embargo, ni a los participantes ni a los jueces se les informó con antelación ni del uso de IA en el jurado ni del funcionamiento de ese modelo, por lo que muchos percibieron el experimento como un intento encubierto de socavar la confianza en su trabajo y poner en duda la importancia de la participación humana.
Detrás del experimento estaba la empresa Best Beer, que preparaba el lanzamiento de una aplicación para recomendar cervezas según las preferencias de sabor de los usuarios mediante inteligencia artificial. El concurso se convirtió para ella en una plataforma de prueba de esa tecnología.
Sin embargo, antes de que concluyera el evento, uno de los jueces criticó enérgicamente lo ocurrido, tras lo que recibió la amenaza de una demanda por parte de representantes de la plataforma. Este episodio solo avivó el conflicto: muchos participantes de la industria interpretaron lo ocurrido como un intento de imponer por la fuerza algoritmos en un ámbito donde siempre se ha valorado la experiencia personal, la intuición y el gusto de una persona viva.
El caso muestra cómo el conflicto entre las personas y la IA ha ido saliendo poco a poco de los ámbitos creativos y se ha trasladado al campo de los pasatiempos y las artesanías, llegando hasta lo más sagrado —la degustación de bebidas espumosas. Pero, a juzgar por la reacción de la gente, la introducción de evaluaciones automatizadas en concursos de este tipo seguirá encontrando una fuerte resistencia durante bastante tiempo.
Los representantes de la comunidad cervecera subrayan que el sentido de este tipo de concursos está en la percepción en vivo y en la sutileza de la evaluación, que no puede reducirse a cálculos. A pesar del creciente interés por las tecnologías, los intentos de trasladar impresiones subjetivas al ámbito del análisis automático generan dudas incluso entre los partidarios de la innovación —demasiadas cosas en la degustación dependen de los sentidos, del contexto y de la percepción individual.