Con una lata de Pringles, un soldador y mucha paciencia: un aficionado fabricó un dron que desafía la física

Con una lata de Pringles, un soldador y mucha paciencia: un aficionado fabricó un dron que desafía la física

Sam, alias "Hoarder", demostró que el límite de 65 mm es un mito.

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El bloguero Hoarder Sam, conocido por sus experimentos con drones FPV, presentó un nuevo proyecto. Reunió un cuadricóptero en miniatura con control en primera persona, que aspira a ser el más pequeño del mundo. El dispositivo es tan compacto que cabe en una lata de Pringles, pero al mismo tiempo muestra características similares a las de los microdrones de formato estándar de 65 mm. Este tamaño se considera el mínimo posible para un vuelo estable: todo lo que sea más pequeño suele perder estabilidad, empuje y manejabilidad.

Sam decidió comprobar si era posible reducir la construcción sin empeorar su comportamiento en el aire. El proyecto se basó en la electrónica del modelo BetaFPV Air65 —un microdron ligero y bien equilibrado. En lugar de diseñar el sistema desde cero, el bloguero se centró en reempaquetar los componentes existentes. Revisó el esquema de cableado, la longitud de los cables y la disposición de las placas, buscando reducir el tamaño sin perder funcionalidad. El objetivo era crear un aparato FPV totalmente operativo que cupiera en la palma de la mano.

Para superar el formato de 65 mm, Sam utilizó la disposición de una construcción antigua llamada bone drone. Su particularidad es la colocación de dos hélices parcialmente superpuestas en cada extremo del chasis. Esta solución permitió reducir de forma significativa la longitud del armazón y, al mismo tiempo, mantener el equilibrio del empuje y la estabilidad en vuelo.

El ensamblaje requirió máxima delicadeza. Todas las conexiones se soldaron con aumento, los cables se acortaron al milímetro y se eliminaron todas las piezas innecesarias. Como resultado, la versión renovada del Air65 obtuvo una distancia entre ejes de 22 mm —un valor récordamente bajo para drones con cámara FPV. La masa total con la batería y la cámara fue de 25 gramos.

Como la nueva construcción difería notablemente del original, el firmware estándar no manejaba el control. Para la configuración se utilizó el programa Betaflight Configurator: el bloguero reescribió los parámetros del controlador, calibró el equilibrio y la respuesta por ejes, buscando un comportamiento estable. Cada cambio exigió nuevas pruebas y correcciones, hasta que el aparato alcanzó un vuelo estacionario estable.

Después de varios vuelos cortos el dron mostró buenos resultados. A pesar de su tamaño, se mantuvo con seguridad en el aire, respondió con precisión a las órdenes y realizó maniobras similares al comportamiento del Air65 convencional. El tiempo medio de vuelo fue de alrededor de 2,5 minutos —solo 30 segundos menos que el modelo original, a pesar de la batería y los motores más pequeños.

Las limitaciones, no obstante, son evidentes. Las hélices están colocadas arriba y abajo sin anillos protectores, por lo que el despegue y el aterrizaje requieren precaución. El modelo no está pensado para espacios cerrados ni vuelos cerca de personas, pero resulta ideal para demostrar capacidades de ingeniería.

El experimento de Hoarder Sam muestra hasta qué punto se puede avanzar en la miniaturización con un montaje preciso y una configuración cuidadosa. El cuadricóptero con distancia entre ejes de 22 mm mantuvo la manejabilidad, la estabilidad y un tiempo de vuelo aceptable, demostrando que el límite de 65 mm no es un tope absoluto para los sistemas voladores de esta clase.

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